¿Y el novio? La incómoda pregunta en cada reunión familiar

¡Es domingo, día de reunión familiar! En mi mente ya escucho la voz de tía Laura preguntándome si ya tengo novio, los discursos del tío Carlos después de unas cuantas copas, el silencio de abuelita y los gritos de mis primitos corriendo por toda la casa.

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Si sos de las personas que gustan compartir con la familia, seguramente esperás con ansias que llegue el domingo para reunirte con tus seres queridos. Si el encuentro es en tu casa, ¡preparate!, porque vas a tener que despertarte temprano y limpiar cada sector de tu hogar para recibir a los familiares.

Normalmente, en el transcurso de la mañana empiezan a llegar todos. Tus tíos se encargan de llevar bolsas de supermercado repletas de mandioca, verduras e inclusive algo para el postre. Luego, el chef de la familia no tarda en acomodarse y mostrar sus habilidades para preparar un rico asado.

Entre el saludo y los abrazos, se encuentran las tías que tienen mucho por contar y, de paso, sueltan unas cuantas risas que se escuchan a cuadras. Así también, en la ronda de tereré, llega el momento más incómodo para vos y tus primas, porque siempre está el que sale con la famosa e incómoda pregunta: ¿y el novio?

El almuerzo es el momento más esperado por todos, ya que en la mesa se suelen ofrecer distintas clases de alimentos. El típico menú es el asado, con una variedad de ensaladas y embutidos; no obstante, muchos optan por algo diferente como el tallarín con pollo, por ejemplo. No importa cuál sea la comida, la abuela siempre pide que coman todo e inclusive que se sirvan un poco más.

Así como el queso es imprescindible en la pizza, tampoco las reuniones familiares serían las mismas sin ese tío que, luego de un par de copas, hace de las suyas. Al principio, es el que pone la música a todo volumen y quiere que todos lo acompañen a bailar; sin embargo, a medida que pasan las horas, se pone cada vez más melancólico y termina el día con un discurso entre lágrimas.

A pesar de que, en ocasiones, discutís con tus primos o te moleste que la abuela te obligue a comer todo el almuerzo, sabés que sin ellos tu vida no sería la misma. Si aún tenés a tus seres queridos cerca tuyo y podés disfrutar de un rico almuerzo dominguero, ¡aprovechá!, pues es una gran bendición y el tiempo pasa mucho más rápido de lo que te imaginás.

Por Valeria Candia (19 años)

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