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La dictadura no reprimió solo a ABC Color, también a los sectores que necesitaban ser escuchados en sus reclamos. Creía que el silencio era la solución a tantas arbitrariedades. No quería admitir que detrás del silencio estaba la rebeldía, que la falta de protestas era la paz, que las voces silenciadas eran la aceptación de una política criminal.
Con lo que vemos y escuchamos hoy se tiene la certeza de que nada se aprendió del pasado. Legisladores cartistas –triste recuerdo de sus pares de la dictadura– de vez en vez amenazan con una ley de prensa con la intención de “corregir” a los medios independientes, a esos que piensan por cuenta propia. Se los acusa de llevar adelante una “campaña de desinformación”, que “busca el desprestigio de las autoridades”, que “instala el pesimismo en la población”, etc.
En su celebrado ensayo, “Diálogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu”, Maurice Joly pone en boca de Montesquieu: “Oh! Si vais a buscar cargos contra la prensa, os será fácil encontrar un cúmulo. Si preguntáis para qué puede servir, es otra cosa. Impide, sencillamente, la arbitrariedad en el ejercicio del poder; obliga a gobernar de acuerdo con la Constitución; conmina a los depositarios de la autoridad pública a la honestidad y al pudor, al respeto de sí mismos y de los demás. En suma, para decirlo en una palabra, proporciona a quienquiera se encuentre oprimido el medio de presentar su queja y de ser oído. Mucho es lo que puede perdonarse a una institución que, en medio de tantos abusos, presta necesariamente tantos servicios”.
Este es el ideal de la prensa. Seguramente en un país, regido por una plena democracia, es posible que impida “la arbitrariedad en el ejercicio del poder” y conmine a la autoridad pública “a la honestidad y al pudor”. ABC Color se esforzó porque la dictadura humanizara los procedimientos contra sus críticos y lo único que ganó fue una persecución feroz que se saldó con la clausura por cinco años.
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¿Y hoy? ¿Con sus denuncias documentadas instala en el alma de las autoridades “la honestidad y el pudor”? Nada de eso. Al contrario, les anima a mostrar su deshonestidad sin ningún pudor. El martes, el titular de Diputados, Raúl Latorre, dijo que las noticias periodísticas sobre los pupitres adquiridos por Itaipú, son “un ataque al buque insignia del futuro del movimiento Honor Colorado”. Se refirió a Pedro Alliana. Latorre disparó hacia otro lado. El problema concreto es ¿por qué no se priorizó a la industria nacional?, ¿por qué unos pupitres que pueden producirse en el país se dejaron de lado?, ¿por qué se muestran tan insensibles con la mano de obra paraguaya?, ¿por qué los 32 millones de dólares se dejan escapar para otro lado en vez de ayudar a la economía de las empresas nacionales?
En vez de su desatinada intervención, Latorre debe escuchar a sus correligionarios, el ministro de Industria y Comercio y el senador Gustavo Leite que con buen criterio se oponen a la compra de los pupitres. Además, el intendente de Ciudad del Este comprará esos mismos pupitres a un poco más de 20 dólares. Itaipú pagó 100.
Por otro lado, de las palabras de Latorre se deduce que Alliana está en el negocio de los pupitres. Si no fuera así, ¿por qué se lo atacaría?, ¿o es por disponer de la flota de aviones del empresario chino que “ganó” la licitación hecha a su medida?, ¿que la prensa pone en duda la honestidad en la compra de pupitres? Tiene razón de dudar. El director general de Itaipú, Justo Zacarías Irún, fue denunciado penalmente en ocho causas cuando era gobernador de Alto Paraná, entre otros motivos, por lesión de confianza, enriquecimiento ilícito, obras nunca construidas o mal hechas, etc. También mueve a la desconfianza que el empresario chino comprara los pupitres antes de la licitación, y otras cosas oscuras.
Pero lo que más llama a la sospecha es la ardorosa defensa, a más de Latorre, de Santiago Peña, Bachi Núñez y otros dirigentes del cartismo. La prudencia, el interés por la patria, dicen que deberían, primero, averiguar el costo del mismo pupitre en otra empresa y comparar con lo que pagó Itaipú.
Solo con estos hechos es posible apreciar que ABC Color sigue con los mismos principios que le diera origen en agosto de 1967 y la causa de su clausura.