A Rodrigo Quintana lo mataron las balas autoritarias y la indiferencia de la Corte, denuncian

Para el abogado Felino Amarilla, con la represión policial a opositores en la explanada del Poder Judicial el lunes pasado, a Rodrigo Quintana no sólo lo mataron las balas autoritarias del gobierno de Horacio Cartes sino también la indiferencia de la Corte Suprema de Justicia. Recordó que el Museo Judicial, al que los manifestantes pretendían llevar su expediente, fue creado para no olvidar las torturas y violaciones de los derechos humanos. Lamentó que todos los ministros de la máxima instancia judicial, especialmente Luis María Benítez Riera, pionero en condenas a torturadores, no recuerden este principio.

Acto opositor en la explanada de la Corte, donde la Policía impidió el avance.
Acto opositor en la explanada de la Corte, donde la Policía impidió el avance.ARCENIO ACUÑA

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El abogado Felino Amarilla indicó que el Museo de la Justicia, donde los opositores intentaron llevar el expediente de Rodrigo Quintana el lunes pasado, justamente se creó con el propósito de promover la recuperación de la memoria histórica ciudadana, el desarrollo de la Administración de Justicia e impulsar la educación en valores, a fin de preservar el presente y el futuro del país de prácticas que atentan contra los derechos humanos y la institucionalidad de la República.

Sin embargo, la Policía Nacional impidió el acceso a los manifestantes, invocando la Acordada de la Corte Nº 254 del 2002, que supuestamente prohíbe cualquier concentración en las inmediaciones.

Amarilla recalcó que en este Museo de la Justicia y el Archivo del Terror deben estar los expedientes del caso Rodrigo Quintana, cuyo asesinato se produjo durante un atraco policial a la sede del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) en la madrugada del 1 de abril de 2017 (durante el Gobierno de Horacio Cartes, actual titular del Partido Colorado y designado “significativamente corrupto” por EE.UU.).

Subrayó que este asesinato debía generar conciencia ya que ocurrió dentro del partido, “cuna democrática del liberalismo y de uno de los partidos políticos más emblemáticos”. Sostuvo que este asesinato de un joven dirigente liberal de La Colmena (Paraguarí) debería ser recordado y no quedar relegado a una nueva parte oscura de nuestra historia.

Sin embargo, lamentó que ninguno de los nueve ministros del Poder Judicial hayan actuado para recibir el expediente y recordó que el hoy ministro de la Corte, Luis María Benítez Riera, en 1992 siendo un joven juez en lo Criminal dictó la primera sentencia que condenó a los responsables de la muerte por torturas de Mario Schaerer Prono.

El abogado Felino Amarilla representa legalmente al exministro de la Seprelad Carlos Arregui.
El abogado Felino Amarilla representa legalmente al exministro de la Seprelad Carlos Arregui.

Sin embargo, lamentó que durante la presión a los opositores en la explanada del Poder Judicial “no hubo ministro alguno de la Corte Suprema de Justicia que digne recibir esta nueva página de nuestra memoria histórica”.

Repudió que por el contrario, las autoridades judiciales solo ordenaran montar un cordón de policías mientras un comisario, Mario Ovelar, amenazando con detenciones, prohibía la entrada al “predio de la Corte”, lanzando frases como que “está prohibido hacer manifestaciones” por resolución, por orden superior, “ustedes vienen en grupo” y que sin autorización del Consejo “no van a pasar”.

Ministros de la Corte cómplices

“¿Ha olvidado su liberalismo el ministro y convencional constituyente (Manuel) Ramírez Candia? ¿Se ha diluido el liberalismo y la raigambre liberal del ministro Víctor Ríos? ¿Aquel juez criminal que abrió el archivo del terror ya no existe en el ministro Ramírez Candia? ¿Rodrigo Quintana no debería ser recordado y su asesinato generar la memoria histórica? ¿Es una memoria incómoda que en vez de juzgar es preferible reprimir? A Rodrigo Quintana no sólo lo mataron las balas autoritarias del anterior gobierno (de Horacio Cartes). Lo mata la indiferencia de la CSJ (Corte Suprema de Justicia), su indiferencia; una damnatio memoriae, condena anticipada al olvido”, concluyó.

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