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Según el presidente de la República, Santiago Peña durante su gobierno se “redujo” la pobreza; sin embargo, el exdiputado cartista Orlando Arévalo es todo un fenómeno de “vertiginoso empobrecimiento”, obviamente solamente en los papeles, según sus llamativas declaraciones juradas de intereses presentadas tras consumarse su renuncia a la banca el 18 de febrero pasado.
Arévalo, que está investigado junto a su esposa, la concejala de Lambaré, Carolina González, por presunto lavado de dinero y otros delitos y son blanco de un examen de correspondencia de bienes por parte de la Contraloría, mágicamente hizo desaparecer G. 4.265 millones de su patrimonio neto el día que dejó el cargo y casi un tercio de ese monto borrado corresponde a dinero que había declarado poseer en efectivo.
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En su declaración original al asumir el cargo, Arévalo en junio de 2023 reportó poseer G. 1.500.000.000 en efectivo, al decir popular, guardados “bajo el colchón”, ya que estaban fuera del sistema financiero formal.

Esto pese a poseer cinco cuentas en bancos y financieras de plaza, donde reportó tener depositados en total G. 87.589.214.
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Esos G. 1.500 millones en efectivo se esfumaron en la “actualización” de su declaración jurada presentada el 18 de febrero pasado y de la posterior, acercada con motivo de la “baja del cargo” el 24 de febrero. El monto bajó a apenas G. 10 millones en dinero físico.

El dinero tampoco fue a parar a sus cuentas bancarias, que pasaron a ser solo dos, en las que reportó tener depositados apenas G. 4.653.723.
El costo de vida de Orlando Arévalo
El “costo de vida” de Arévalo cambió drásticamente el día que dejó su banca y cuando ya estaba en mira de la Fiscalía.

En su declaración jurada de 2023 reportó un gasto mensual de G. 407.702.620, de los cuales G. 306.302.620 iban supuestamente al pago de “préstamos” que no reportó como pasivo.
Sus egresos mensuales de hecho no cuadraban con sus ingresos, ya que en 2023, incluso con los G. 100 millones al mes que supuestamente le generaban sus 10 “supergallinas” ponedoras, sus ingresos totales eran de G. 292.174.820.
Es decir, mensualmente tenía un “saldo rojo” por cubrir de G. 115.527.800.

En sus posteriores DD.JJ. de este año ya lo intentó “maquillar”, pero sin éxito. Sus gastos mensuales reportados bajaron a G. 55.804.862, de los cuales G. 17.054.862 correspondían a “cuotas de préstamos”.
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Esto no cuadra con las deudas declaradas en su pasivo, donde reportó cuotas mensuales de G. 64.307.327; es decir, hay una diferencia negativa de G. 47.252.465 al mes; sin embargo, casi mantuvo el mismo monto para sus vacaciones, que pasó de G. 40 millones a G. 30 millones.
Entre sus ingresos también reportó ganancias por sus institutos de enseñanza (G. 75 millones al mes); sin embargo, recién este año declaró el pago de Impuesto a la Renta Empresarial (IRE) por un monto G. 13.701.252.