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Al inicio de una relación, las parejas a menudo experimentan una intensa atracción física que está alimentada por hormonas como la dopamina, la serotonina y la norepinefrina.
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Este cóctel químico es responsable de esos sentimientos eufóricos de amor y deseo.
Durante esta fase, también conocida como la etapa de lujuria, las personas tienden a idealizar a sus parejas, enfocándose más en sus aspectos positivos y minimizando los negativos.
El desgaste natural de la química
Con el tiempo, el nivel de estas hormonas comienza a estabilizarse, lo que puede resultar en un descenso de la intensidad del deseo.
Este fenómeno biológico es natural y tiene sentido evolutivo, ya que el emparejamiento inicial está diseñado para fomentar la procreación.
Una vez asegurado este propósito, el cuerpo comienza a ajustar sus niveles hormonales, lo que puede llevar a un amor más tranquilo y menos enfocado en la atracción física intensa.
El desarrollo de la intimidad emocional
Conforme el deseo físico puede mostrarse menos urgente, las parejas empiezan a cultivar otros aspectos importantes de la relación, como la intimidad emocional y la cercanía.

La seguridad y el confort que surgen en esta fase pueden compensar la disminución del deseo físico, siempre y cuando ambos miembros de la pareja participen activamente en la construcción de una conexión más profunda.
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Además de los cambios biológicos, los factores psicológicos y culturales también juegan un papel significativo en la disminución del deseo.
Los estereotipos culturales y las expectativas sociales sobre cómo debe ser una relación pueden ejercer presión sobre las parejas, generando ansiedad y estrés que afectan el deseo sexual.
La rutina diaria, el estrés laboral y otras obligaciones también pueden influir negativamente.
Estrategias para mantener el deseo vivo
- Comunicación abierta: hablen abierta y honestamente sobre deseos, necesidades y expectativas para fortalecer la relación y ayudar a mantener el deseo.
- Novedad y aventuras: introduzcan nuevas actividades y experiencias compartidas para revitalizar la chispa.
- Reservar tiempo de calidad: planifiquen citas o escapadas románticas para ayudar a reconectar emocional y físicamente.
- Terapia de pareja: si la disminución del deseo parece problemática, consulten a un terapeuta de pareja para que ofrezca nuevas perspectivas y soluciones.
La regla de los 6 meses no debe interpretarse como un signo de fracaso en una relación, sino como un patrón común en la evolución del deseo humano.
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Comprender esta transición puede ayudar a las parejas a adaptarse y encontrar formas de fortalecer y enriquecer su relación más allá de la fase inicial de lujuria.
El deseo puede disminuir, pero puede transformarse en un cariño y una intimidad más profundos, sentando las bases para una relación duradera y satisfactoria.