¿Puede la masturbación proteger contra el cáncer de próstata? Un análisis profundo

La conexión entre la masturbación y la salud prostática despierta interés creciente. Con estudios recientes revelando potenciales beneficios y mitos desenmascarados, la ciencia abre un nuevo capítulo en nuestro entendimiento del bienestar masculino y la prevención del cáncer.

Salud prostática, imagen ilustrativa.
Salud prostática, imagen ilustrativa.Shutterstock

La relación entre la masturbación y la salud de la próstata ha sido objeto de debate público, tabúes culturales y titulares llamativos. ¿Protege eyacular con regularidad frente al cáncer de próstata? ¿Puede empeorar problemas como la prostatitis o la hiperplasia benigna?

Un repaso a la literatura científica sugiere matices: hay indicios de beneficios en determinados escenarios, ausencia de pruebas en otros, y mitos persistentes que la evidencia no respalda.

Qué dice la ciencia hasta ahora

Dos de los estudios más citados provienen de cohortes prospectivas con miles de participantes y seguimiento prolongado. En 2004, un trabajo publicado en JAMA reportó una asociación inversa entre la frecuencia de eyaculación y el riesgo de cáncer de próstata: los hombres que informaron más eyaculaciones mensuales presentaron, en promedio, un riesgo ligeramente menor de desarrollar la enfermedad a lo largo del seguimiento.

En 2016, un análisis del Health Professionals Follow-up Study publicado en European Urology reforzó ese hallazgo: quienes eyaculaban con mayor frecuencia (por relaciones sexuales o masturbación) mostraron un menor riesgo de cáncer de próstata, especialmente de tumores de bajo riesgo.

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Cáncer de próstata, imagen ilustrativa.
Cáncer de próstata, imagen ilustrativa.

Los mecanismos propuestos son plausibles, aunque no definitivos. Se ha sugerido que la eyaculación frecuente podría:

  • Favorecer el “drenaje” de secreciones prostáticas y reducir la acumulación de posibles agentes carcinógenos.
  • Disminuir la congestión intraductal y la inflamación local.
  • Modular, de forma indirecta, vías hormonales e inmunológicas relacionadas con el microambiente prostático.

Importa subrayar que estos estudios son observacionales: detectan asociaciones, no prueban causalidad.

Factores como la dieta, la actividad física o el acceso a la atención sanitaria pueden influir tanto en los hábitos sexuales como en el riesgo de cáncer y actuar como variables de confusión, pese a los esfuerzos estadísticos por controlarlas.

Cáncer de próstata, imagen ilustrativa.
Cáncer de próstata, imagen ilustrativa.

En cuanto a la hiperplasia benigna de próstata (HBP), que provoca síntomas urinarios frecuentes en la mediana edad, la evidencia es más débil. Revisiones y estudios clínicos no han demostrado de forma consistente que la masturbación, por sí sola, prevenga o frene la progresión de la HBP.

Sí hay reportes de alivio sintomático transitorio en algunos hombres, probablemente por reducción de la congestión prostática, pero no se considera una intervención terapéutica.

Respecto a la prostatitis, un paraguas que abarca cuadros bacterianos y síndromes inflamatorios crónicos, la literatura sugiere un panorama heterogéneo. En algunos casos de dolor pélvico crónico, la eyaculación regular puede aliviar síntomas; en episodios agudos o infecciones bacterianas, puede empeorarlos o resultar dolorosa.

El manejo depende del diagnóstico específico y suele combinar antibióticos (cuando proceden), antiinflamatorios, fisioterapia del suelo pélvico y cambios conductuales.

Mitos frecuentes y lo que muestran los datos

  • “La masturbación causa cáncer de próstata.” No hay evidencia que lo respalde; los grandes estudios poblacionales apuntan, si acaso, a una asociación protectora modesta con mayor frecuencia de eyaculación.
  • “La abstinencia protege la próstata.” Tampoco hay pruebas. La abstinencia no es un factor reconocido de protección frente al cáncer de próstata ni frente a la HBP.
  • “Masturbarse produce impotencia o infertilidad.” Falso. La masturbación no causa disfunción eréctil ni infertilidad. La calidad del semen puede verse afectada de forma aguda por el intervalo entre eyaculaciones, pero dentro de prácticas habituales no hay efectos adversos sostenidos.
  • “La masturbación cura la prostatitis.” No. Puede aliviar síntomas en algunos casos crónicos no bacterianos, pero no sustituye la evaluación ni el tratamiento cuando hay infección o dolor significativo.

Matices clínicos a tener en cuenta

  • PSA y pruebas: la eyaculación puede elevar de forma transitoria el antígeno prostático específico (PSA) durante 24–48 horas. Antes de una analítica, algunos urólogos recomiendan evitarla en ese intervalo para reducir falsos positivos.
  • Edad y riesgo: el cáncer de próstata está fuertemente asociado a la edad, antecedentes familiares y factores genéticos, además de obesidad y algunos patrones dietéticos. La masturbación no compensa estos determinantes.
  • Salud sexual integral: el estrés, el uso problemático de pornografía, trastornos del ánimo y enfermedades crónicas influyen en la función sexual. Diferenciar entre hábitos sexuales saludables y conductas compulsivas es clave para el bienestar general.

Persisten preguntas abiertas: si el posible efecto protector depende de la edad (por ejemplo, hábitos en la juventud vs. en la mediana edad), si existe un umbral de frecuencia con relevancia clínica, o cómo interactúan estos factores con la inflamación crónica y el microbioma prostático.

Ensayos aleatorizados son difíciles por razones éticas y metodológicas, por lo que es probable que la evidencia siga basándose en cohortes y biomarcadores intermedios.

La evidencia disponible no respalda los mitos que demonizan la masturbación ni la eleva a panacea prostática. Eyacular con regularidad parece asociarse con un menor riesgo de cáncer de próstata en estudios observacionales, mientras que su papel en la HBP y la prostatitis es, como mucho, sintomático y dependiente del contexto clínico.

En última instancia, la salud prostática se beneficia de un enfoque integral: hábitos de vida saludables, atención preventiva y consulta médica ante síntomas persistentes como dolor pélvico, dificultad para orinar o sangre en el semen.

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