El conflicto se originó cuando un vecino denunció que el pato Juan había picoteado a su mascota. Como respuesta, las autoridades municipales ordenaron el retiro inmediato del animal de la vía pública, alegando motivos relacionados tanto con la seguridad de las personas que transitan por la zona como con el bienestar del propio pato.
Silvina López, directora de Ambiente municipal, explicó que la decisión buscaba garantizar un uso adecuado del espacio público y evitar disturbios, además de fomentar la tenencia responsable de animales y resguardar la seguridad de las mascotas y transeúntes. Según López, el microcentro de Mendoza no es un ambiente adecuado para un pato sin control, especialmente por el intenso flujo vehicular y la considerable cantidad de personas.
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Reacción ciudadana y respaldo legal
La ausencia del pato Juan provocó una notable reacción entre los vecinos, acostumbrados a verlo interactuando no solo con las personas sino también con los otros dos perros salchichas que acompañan a Margarita Flores. En cuestión de días, se reunieron más de 7,000 firmas para solicitar que se revise la decisión municipal y se permita el regreso de Juan a la florería.

En apoyo a esta solicitud, el abogado Oscar Mellado, especialista en dignidad animal, asumió la defensa del caso. Presentó un recurso ante la Municipalidad de Mendoza para solicitar que el animal pueda regresar junto a su dueña, amparándose en la adaptación del pato al entorno y su integración en el negocio familiar.
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La vida de Juan tras la retirada
Actualmente, el pato Juan reside en Maipú, alojado en una jaula de 3x4 metros y 3,20 metros de altura, según relató Margarita Flores. Aunque asegura que el animal está protegido de posibles ataques de otros animales como perros, zorros y liebres, lamenta que ahora deba estar confinado, lejos de la libertad y el contacto humano que tenía anteriormente.
Flores recordó que Juan llegó a la florería al mes de nacido y, durante siete meses y medio, fue creciendo junto a ella y sus perros, protagonizando escenas que generaban simpatía entre vecinos y clientes. Sobre el incidente que impulsó la denuncia, la mujer lo minimizó: “Él cruzó la calle a querer agarrarle la cola a un perro, pero lo tomé como una broma”.