25 de octubre de 2025
En la lista de anecdóticos sucesos políticos de los últimos tiempos, un común denominador resuena en esos discursos, decisiones, actos administrativos, judiciales o legislativos contrarios a los principios democráticos que enarbola la Constitución, y se resume en la siguiente frase: “Y a mí, qué”. Es la muestra palpable del desprecio a las leyes, al bien común, a la transparencia y la rendición de cuentas en una sociedad democrática, a la supremacía de la Constitución y a la seguridad jurídica. El ejemplo más reciente es la resolución del intendente de Caapucú Gustavo Penayo (ANR – cartista) en la cual prohibió actividades alusivas a Halloween en entornos públicos y privados, alegando que las mismas son contrarias a los valores religiosos. Si las autoridades de Caapucú creen que pueden pisotear nuestra Carta Magna a sabiendas, y aún así continúan en su propósito, ¿de que serán capaces en las próximas elecciones municipales?


La exsenadora Kattya González anunció que la marcha que se inicia el 17 de noviembre en Caacupé tiene por objetivo denunciar todas las injusticias, el autoritarismo, los privilegios y el atropello cartista. Culmina el 21 de este mes en Asunción.
Aprendices de dictadores en el Congreso Nacional han quitado sus mejores galas la semana pasada, casi coincidentemente con la fecha infeliz que recuerdan con anhelo, y qué mejor que emulando prácticas arbitrarias y contrarias al respeto de derechos y libertades fundamentales, bien aprendidas del fallecido dictador Stroessner, nacido un 3 de noviembre, como hoy. Da la casualidad de que uno de los impresentables integrantes de la “comisión garrote” en pleno ejercicio, Jatar “Oso” Fernández (ex Cruzada Nacional, hoy cartista), apareció sorpresivamente con una quinta en la localidad de Ayolas, con un letrero que dice “La guarida del General”, y una reproducción de la firma del sanguinario dictador. Quienes festejan esa fecha infeliz, deben saber que también están tocándoles las orejas a quienes ya han demostrado que no permitirán que se apague en nuestro país la llama de la libertad y de la democracia.

«Aprendemos al aburrirnos, dicen, citando a un filósofo acá y una filósofa allá. Dejen a la niñez (y a la adultez, ya que estamos) aburrirse, claman. La defensa del aburrimiento es un lavado de imagen de una vivencia nefasta por parte de gente que parece que nunca se aburrió».
Antes de la aprobación del proyecto de “ley garrote” en contra de las organizaciones sin fines de lucro, se escucharon discursos que quedaron para la historia, pero para la historia de la represión, la censura, el autoritarismo y el desconocimiento de las obligaciones del Estado. Aquí no se trata de “¿Por qué no quieren que se les controle?” sino de “¿Cuáles son las atribuciones legales, legítimas y necesarias para controlar?”. Debemos recordar que cuanto mayor sea la injerencia de la autoridad pública en el ámbito privado de las personas, más arbitraria es la conducta del Estado, y por lo tanto, más resquebrajada se encontrará la democracia. Queda claro que lo que se busca es combatir a aquellas organizaciones que pretendan luchar contra la corrupción, las que busquen transparentar la conducta de las autoridades, las que se manifiesten en contra del nepotismo, el clientelismo y otros actos de corrupción, las que luchen por la justicia social y recuerden al Gobierno que la obligación de garantizar derechos y libertades recae en quienes ejercen el poder estatal.