El líder de la Corriente Sindical Clasista, Eduardo Ojeda, indicó que con la promulgación de la ley de Servicio Civil, lo único que se consigue es que el cartismo y Santiago Peña sigan abusando de los funcionarios públicos. Advirtió que los cargos públicos se van a convertir en botín político a favor de los que estén de turno.
El cartismo y sus aliados aseguraron que el mandato de la actual mesa directiva del Senado, encabezada por Basilio “Bachi” Núñez, vaya hasta el 30 de junio de 2027.
Mientras un grupo de senadores de la oposición rechazaba el nuevo atropello del cartismo para imponer la misma Mesa Directiva del Senado hasta junio del 2027, otro grupo de legisladores electos por partidos opositores se prestaba al sector que en febrero pasado destituyó a una de las voces más críticas del Senado, les censuró en los debates y negó pluralidad en la integración de las comisiones asesoras.
El cartismo imperante en el Congreso da un tratamiento selectivo a los pedidos judiciales de desafuero que afectan a sus compañeros de ideales, por así llamarlos. Por ejemplo, mientras que el relativo a la causa abierta al senador Rafael Filizzola (PDP) por lesión de confianza, que tuvo entrada el 11 de noviembre, fue aprobado por unanimidad el día 20, mediante un trámite abreviado sugerido por el propio legislador, las muy anteriores solicitudes con respecto al diputado Esteban Samaniego (ANR, cartista) y a sus colegas liberales cartistas Roya Torres y Cleto Giménez, guardan polvo en alguna gaveta, pese a contar con dictámenes favorables de la Comisión de Asuntos Constitucionales. A estas alturas no cabe duda de que la Cámara presidida por Raúl Latorre no tiene el menor deseo de limpiar sus filas, como si fuera normal que sus bancas estén enlodadas por la corrupción, el derroche y la ignorancia.
Tres siglos atrás, en la Francia prerrevolucionaria, el malestar del pueblo por los abusos del poder de la monarquía era similar al malestar que hoy sentimos cuando vemos el despilfarro del dinero público en manos de unos pocos para beneficio propio, a costa del sacrificio de todos los ciudadanos que con sus impuestos sostienen el Presupuesto General de la Nación. Ese malestar del pueblo francés se acrecentaba a medida que en el Palacio Real se celebraban grandes banquetes mientras en las calles no tenían qué comer. En una de esas opulentas fiestas, cuenta la historia que María Antonieta preguntó a su criada qué era lo que reclamaba el pueblo, a lo que la doncella le contestó: “Madame, el pueblo no tiene pan”, a lo que la Reina repuso: “Si el pueblo no tiene pan, que coman pasteles”. Haciendo un paralelismo, recordemos que el eslogan de campaña de este Gobierno ha sido la frase “vamos a estar mejor”, pero día tras día vemos cómo las decisiones de nuestras autoridades solo redundan para que ellos estén mejor, y el resto, “que coma pasteles”.
La pregunta no es nueva. Está instalada desde antes del inicio de mandato de Santiago Peña: ¿Hasta cuándo es sostenible que un Presidente de la República no tenga el mando, que sea como un gerente de empresa que debe administrar el Estado?