28 de mayo de 2025
Como en épocas de la dictadura de Alfredo Stroessner, la Policía denunció por “perturbación a la paz pública” y “resistencia” a legisladores y referentes de la oposición que el lunes intentaron realizar un acto conmemorativo a Rodrigo Quintana frente al Palacio de Justicia. Los uniformados impidieron el acto a la fuerza. La Fiscalía -laxa con negociados- fue rauda en abrir investigación penal.
La diputada Rocío Vallejo (Partido Patria Querida) repudió que legisladores y políticos opositores estén investigados penalmente por supuesta “perturbación a la paz pública”, en base a una denuncia de la Policía que provocó forcejeos el pasado lunes al impedir un acto simbólico frente al Palacio de Justicia en memoria de Rodrigo Quintana. Dijo que “ni Alfredo Stroessner se animó a tanto” y que solo falta restaurar las “Caperucitas Rojas”, como se llamaba en la dictadura a los vehículos que usaba la Policía a la hora de capturar presos políticos.
La Fiscalía General del Estado, a cargo de Emiliano Rolón, abrió una investigación penal contra legisladores y políticos opositores que intentaron realizar un acto simbólico frente al Palacio de Justicia en memoria del joven dirigente liberal Rodrigo Quintana, asesinado por la Policía del Gobierno de Horacio Cartes en la madrugada del 1 de abril de 2017. La policía impidió el acto y generó forcejeos, y ahora denunció a los opositores por “perturbación a la paz pública”, despertando así nefastos recuerdos de la dictadura de Alfredo Stroessner y su infame “Ley 209″.
Con la apertura de una investigación penal por parte de la Fiscalía contra legisladores y políticos opositores, en base a una denuncia de la Policía, por el simple hecho de querer realizar un acto en memoria de Rodrigo Quintana frente al Palacio de Justicia, “están reviviendo la Ley 209 de la dictadura”, afirmó el diputado Raúl Benítez (Independiente). Repudió también que aplique la práctica de “para los amigos todo y para los enemigos, garrote”.
Hoy es un día contradictorio para ABC Color. Recuerda su clausura en 1984 y su reapertura en 1989 cuando la dictadura que lo castigó fue, a su vez, castigada. Bastaron unas horas para derrumbar al “hombre fuerte” que sometió al país por casi 35 años. En rigor, no se derrumbó del todo. Quedaron flecos que hoy flamean con las mismas intenciones de silenciar a la opinión pública que se expresa a través de los medios.