5 de octubre de 2025
La falta de productos financieros adecuados es uno de los principales inhibidores del crecimiento industrial en Paraguay, sostuvo Alberto Sborovsky, vicepresidente de Relaciones Internacionales de la UIP, al señalar que el sector necesita aliados en la banca para seguir consolidando su rol en la economía.
La Agencia Financiera de Desarrollo (AFD) tuvo una activa participación en tiempos de crisis por la pandemia, donde se valoró su rol anticíclico, con herramientas como Fogapy que canalizó recursos por US$ 1.037 millones, destacaron ayer en un foro.
Ante las dificultades que enfrentan las micro, pequeñas y medianas empresas para acceder a financiamiento, el MIC apuntó al Fondo Nacional de Mipymes como herramienta clave para desarrollar productos financieros adaptados a estas unidades de negocio. El Fonamipymes está previsto en la reforma a la ley del sector y se pondría en marcha con una donación de US$ 5 millones de Arabia Saudita.
La Unión Industrial Paraguaya (UIP) enfatizó que la banca pública y las políticas financieras deben asumir un rol protagónico para orientar la financiación hacia sectores de gran potencial para diversificar la matriz productiva nacional. Subrayó que mientras la industria se posiciona como un motor económico, accede solo al 7,5% del crédito bancario, un panorama que evidencia una brecha “crédito productiva”.
La Unión Industrial Paraguaya (UIP) presentó la “Encuesta de Financiamiento Industrial”, donde abordó cómo el sector enfrenta “desafíos estructurales” para acceder a créditos y, por ende, limita su potencial para generar hasta 70.000 empleos. Se instó así a “reformular” la arquitectura de financiamiento, con el diseño de políticas más inclusivas.
La Unión de Gremios de la Producción (UGP) hizo hincapié en la necesidad de fortalecer las soluciones financieras para que el sector productivo pueda seguir innovando, tecnificándose y adaptándose a los desafíos externos como el clima y la fluctuación de los precios internacionales. Recordó que, en el 2024, la cartera de créditos para el sector agrícola alcanzó G. 30,3 billones, con un nivel de morosidad que descendió hasta 1,1%.