11 de octubre de 2025
Más allá de los sucesivos Gobiernos, hay cuestiones de interés público que se repiten una y otra vez en el tiempo, como si fueran insolubles. No se toman medidas de fondo para evitar que con suma frecuencia se formulen los mismos reclamos por parte de los afectados por la acción o, sobre todo, la omisión de los organismos estatales competentes. Los nuevos jerarcas que llegan obran o se cruzan de brazos como si tuvieran que enfrentar situaciones novedosas, sobre las que no hay suficientes experiencias acumuladas que sirvan al menos para atenuar la gravedad de ciertas problemáticas sociales. Así, se repiten los problemas relacionados con los indígenas, con los cañicultores, con el transporte público de pasajeros, o con los productores de tomates y cebollas, sin que un Estado ineficiente, gordo y pesado atine a darles solución.
Es un libro de Albert Jay Nock que habla de cómo el Estado se apropia del poder ciudadano sin que éste se de cuenta de ello. El autor dice que detrás de todos los asuntos públicos que se viven en una sociedad, sean los que sean, allí hay un solo tema central, la redistribución del poder. Siempre es el reparto del poder entre la ciudadanía y el Estado.
Con relación a la intervención del gobierno de Santiago Peña (ANR-HC) para la reducción de los precios de los productos, el economista y exministro de Hacienda, César Barreto, espera que no se cometan errores innecesarios que podrían afectar negativamente el ambiente de negocios del país.
Actualmente existen 10 tobilleras en uso, pero hay 2.900 procesados potenciales usuarios, sin embargo, los dispositivos serán utilizados preferentemente en la protección de las mujeres y de los niños, según explicó el ministro de Justicia Rodrigo Nicora, al termino de una reunión en la sede del Ministerio Público.
En la última sesión del Consejo de Ministros, el presidente Santiago Peña volvió a llamar la atención de sus miembros al decirles que deberían dar “un paso al costado para ceder la posta” si creen que ya no pueden ejercer sus respectivos cargos como corresponde. Siendo improbable que algún miembro del auditorio se haya dado por aludido, el presidente de la República debería ejercer su facultad de destituir lisa y llanamente a quien no se esté desempeñando a la altura de sus expectativas. Son varias las áreas gubernativas de capital importancia en las que la gestión de sus responsable deja mucho que desear. Resulta claro que la gente no puede “estar mejor” dado el lamentable estado en que se hallan, por ejemplo, la salud y la educación públicas, la red vial y el transporte público y, no por último, la seguridad interior. La patria le daría las gracias si actuara por propia iniciativa y eligiera para los cargos a personas idóneas y honestas y no a políticos averiados.