«Una mañana, Maggie intenta levantarse de la cama, pero se cae. Sus piernas no responden. A partir de eso llega un diagnóstico, pero también un pronóstico: en veinte años, esto se acaba». Sobre el relato testimonial Brava (Caligrama Editores, 2024, 372 pp.), de Maggie Leri.
Varias figuras de nuestro medio se suman de manera voluntaria a Teletón, para armar un gran programa. Este año actuarán en vivo varios artistas nacionales, y desde Argentina, se suma Migrantes para ponerle música y buena vibra a la maratón.
El sonido de dos disparos rompió el silencio en el pueblo aquel atardecer de 1987. Mario y su esposa Myrian corrieron a la calle a ver de qué se trataba. Lo primero que vieron fue a un hombre que se alejaba rápidamente agarrándose la zona del viente que sangraba, y en la casa del vecino, al lado de una mesa de billar, otro hombre yacía en el suelo intentando respirar. Tenía una bala incrustada en el pecho.
Toda su vida estaba pasando por su mente en esos cinco minutos, mientras sus ojos hacían contacto con aquellos otros, hundidos en esos rostros pálidos, agarrados de unas ramas y con el agua hasta el cuello. El silencio de unos labios morados y agrietados confesaban que por varios días habían sofocado gritos de terror.
A don Lee ya no se lo veía en el barrio hacía varios días. Una tarde, su esposa Lidia, en un respiro de lucidez permitido por el Alzheimer, pidió ayuda a su vecino. Una serie de objetos dieron paso a sorpresas y misterios.
“A ti bella Asunción yo te distingo, vibrando toda mi alma de emoción. Yo soy, dulce Asunción, igual que un hijo que quiere darte un beso en su canción ...” cantaba siempre mientras llegaba a los encuentros, muchas veces sin haber sido invitado oficialmente.