26 de noviembre de 2025

La informalidad laboral continúa siendo uno de los rasgos estructurales más persistentes de América Latina y el Caribe (ALC). A pesar de los avances económicos registrados en distintos países, una parte significativa de la población ocupada sigue desempeñándose en condiciones que limitan su acceso a derechos básicos y a mecanismos de protección social. Analizar este fenómeno desde diferentes enfoques permite comprender mejor su magnitud y sus implicancias para el desarrollo de la región.

En el Día Internacional de las Personas Afrodescendientes, este artículo de Marcelo Bogado nos recuerda que el racismo estructural no desapareció con la abolición de la esclavitud y que sigue afectando a millones de personas en todos los aspectos de sus vidas.

La dinámica del mercado laboral paraguayo muestra un patrón que continúa consolidándose: el peso de la informalidad en la estructura de empleo. Es de mencionar que se consideran ocupados informales a quienes no cotizan al sistema de jubilación y pensión ni los trabajadores independientes que están inscriptos en el Registro Único de Contribuyentes.

La alta informalidad ocupacional que se atribuye en parte a la falta de oportunidades y la baja calidad educativa y profesionalizada, excluyen a muchos ciudadanos del crecimiento económico, que solo algunos pueden verse beneficiados . “El crecimiento económico en Paraguay se vive en dos realidades muy distintas”, afirman expertos

Un reciente estudio reveló que las actividades que se realizan al margen de las normas, en nuestro país representan actualmente el 35% del producto interno bruto (PIB), una cantidad de dinero que equivale a todo lo que gasta el Estado en un año. El tamaño de la “economía en las sombras” se mantiene con escasas variaciones, pese al paso de los años, y los expertos instan a analizar las oportunidades que se pierden y los riesgos que se asumen cuando se opera en la informalidad.

Datos oficiales confirman un sólido crecimiento del 5,9% en el primer trimestre del año, sin embargo, esta bonanza no llega a gran parte de la población trabajadora, y esto se debe en gran medida a la alta informalidad que alimenta la economía “en negro”. La principal barrera para que esos ciudadanos puedan formalizarse siguen siendo la elevada burocracia estatal.