1 de abril de 2025
Expertos coinciden en que la mejora estadística en los índices de pobreza monetaria no implican una mejora en la calidad de los ingresos, todavía hay grandes desafíos en bajar el nivel de ocupación informal que permita a los ciudadanos acceder a mejores oportunidades y condiciones que sean sostenibles.
Que alguien le cuente al senador de Cruzada Nacional José Oviedo, y a quienes apoyen su proyecto de ley que reduce la jornada laboral legal de 48 a 40 horas semanales, que el problema del Paraguay no es precisamente el exceso de trabajo, sino la falta de trabajo completo y formal, justamente lo opuesto. La gran mayoría de los trabajadores paraguayos son práctica o directamente changadores, su ocupación es intermitente, obtienen sus ingresos a destajo o cobrando por jornal, a lo sumo como empleados precarios de copetines, pequeños comercios o talleres, en un altísimo porcentaje al margen de cualquier normativa. Este proyecto de ley no hace nada por ellos, todo lo contrario. De aprobarse, irremediablemente promoverá una mayor informalidad, en vez de desestimularla, y condiciones de trabajo incluso peores.
Desde el Instituto Nacional de Estadística (INE) compartieron datos sobre el desempleo y la informalidad en Paraguay. Según la directora General de Producción Técnica Estadística de la institución, es muy elevado el porcentaje de informalidad en nuestro país.
Como gran amenaza para la economía formal y los ingresos fiscales, la economía subterránea tiene un impacto que equivale al 47,1% del PIB. A pesar de estar tipificado como delito, los vacíos legales y la falta de coordinación entre instituciones dificultan su combate, alimentando delitos conexos como el lavado de dinero.
La organización Pro Desarrollo Paraguay instó al Gobierno a “poner foco” en la situación de precariedad laboral e informalidad en que se encuentran las micro y pequeñas empresas e hizo un llamado a generar políticas públicas que promuevan “mayor bienestar” para el sector. Según datos oficiales, unas 705.521 mipymes (65% del total) subsisten actualmente en la informalidad, que implica múltiples limitaciones como la ausencia de seguridad social, salario estable y más.
La amplia informalidad es una característica de los países pobres y en Paraguay siete de cada diez personas ocupadas son informales, mientras que en 2023 la economía subterránea alcanzó el 47% del producto interno bruto (PIB), lo que supone un nuevo incremento frente al 45,9% de 2022, de acuerdo con las estimaciones del informe “Trabajo sin registro, ingreso sin protección”, elaborado por la organización PRODesarrollo y el Banco Interamericano de Desarrollo. Este no es uno más, sino probablemente el mayor de los problemas socioeconómicos que enfrenta el país, pero no solamente se hace muy poco para remediarlo, sino que desde las más altas esferas se validan desde la pequeña reventa ilegal hasta el masivo tráfico de cigarrillos.