6 de septiembre de 2025
En el vertiginoso mundo de los negocios, la intuición ya no basta. Gestionar sin métricas es como intentar cruzar un bosque sin una brújula; y en la era del Big Data, depender exclusivamente de la experiencia es un suicidio. Los KPI permiten establecer metas, evaluar la salud y asegurar un crecimiento sostenible de la organización.
Tras la refrescante liberación de esa mirada estrecha del sentido común que da por sentado que las cosas existen fuera de la mente por mero hábito, la filosofía parece haber quedado, sin querer, encerrada en un escepticismo exquisito pero claustrofóbico, incapaz de alcanzar ninguna realidad extramental u objetiva. Frente a esto, se buscan salidas y grietas a veces tan brillantes como extrañas. El animal, el psicótico –figuras del encierro en la correlación– o el «acontecimiento» –irrupción de lo absolutamente imprevisible que rompe la cadena causal– están entre las bellas e inquietantes sombras que, invocadas por algunas de las grandes voces del «nuevo realismo», recorrieron la semana pasada corredores y anfiteatros durante el coloquio internacional de filosofía COSAS EN SÍ. Desde París, en exclusiva para El Suplemento Cultural.
La costumbre masculina paraguaya de mostrar el abdomen desnudo, o, como se suele decir, de «pelar panza» en la vereda es una costumbre muy de barrio, pero no de cualquier barrio, sino de barrio de gente «dura», «guapa» («guapa» en el sentido paraguayo del término, es decir, como una cualidad moral, no física ni –en este caso mucho menos aún– estética), que inventa trucos a diario para comer o que trabaja arduamente para ello y de vecinos «densos» que, de hecho, delinquen. Cuando menos, desde que yo misma vivo en un barrio así, la he observado con más frecuencia que antes.
«Toda belleza, involucra por igual la sangre y las ideas, el músculo y la mente, el espíritu y la epidermis, los nervios y los conceptos», escribe la poeta y filósofa anarquista Montserrat Álvarez en este artículo.
Aunque la estética en el sentido contemporáneo, es decir, no como un tema –la reflexión filosófica sobre el arte y la belleza se remonta en Occidente a la Antigüedad– sino como una disciplina autónoma dentro del quehacer filosófico, es de aparición tardía (se suele datar con Baumgarten, ya en 1742, cuando dicta sus lecciones de estética, ya en 1750, cuando publica su Aesthetica), yo diría que su existencia, de una manera tácita y larvada, es tan antigua al menos como las cavernas pintadas del Paleolítico superior.