Al parecer nuestro país está volviendo a la vieja práctica de hacer sistemática la delación. Lejos de todo lo que puede esperar la ciudadanía, las personas que denuncien hechos irregulares, crímenes o corrupción corren el riesgo de ser ellas mismas las investigadas.
El periodista le cuenta a la ciudadanía aquello que el poder no quiere que se sepa. Por ello molesta a los gobiernos; más aún a esos que tienen caracú autoritario. Por otra parte, un medio no es poderoso porque su dueño lo sea; es poderoso porque el público le cree. La adhesión del público es el único poder que tiene un medio. Es lo que hace posible su vigencia.
Hace tiempo el gobierno de Santiago Peña viene socavando la libertad de expresión en nuestro país y esta nueva arremetida de cartistas, como el diputado Rodrigo Gamarra, de plantear una ley mordaza contra la prensa, es otro ataque más, advirtió el diputado Mauricio Espínola (ANR, FR). Citó al menos cuatro riesgos puntuales que traería una regulación a la libertad de expresión y cuestionó al oficialismo por querer emular a regímenes como Venezuela, Corea del Norte e Irán.
Mientras en nuestro país algunos cartistas plantean imponer una “Ley mordaza” contra la prensa y restringir la libertad de expresión, el presidente de la Cámara de Diputados, el cartista Raúl Latorre, se reunió en Europa con el bloque de extrema derecha del Parlamento Europeo denominado “Patriotas por Europa”. Habló de defensa de “valores fundamentales” y la “libertad” pero aparentemente omiten la de expresión.
En octubre último, el presidente Santiago Peña firmó la Declaración de Chapultepec de compromiso con la libertad de prensa en la 80ª Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), en Córdoba, y al mismo tiempo, se quejó de la posverdad y la polarización, cuestionando el periodismo libre.
Santiago Peña empieza a causar fastidio a menos de un año y medio de asumir el cargo, con sus viajes, sus promesas y un discurso que se torna remanido.