9 de julio de 2025
Maribel Benítez Muñoz, pareja del intendente de Areguá, Denis Torres (ANR-HC), quien gana un salario de G. 9 millones en el Senado, debe acudir hoy en el despacho del senador cartista Erico Galeano (acusado) a prestar funciones. El viernes último no apareció.
En el último Te Deum, el obispo de San Pedro y presidente de la Conferencia Episcopal Paraguaya, Pierre Jubinville, repudió la corrupción y el uso partidario de los recursos estatales. Sin embargo, el cartismo y sus aliados siguen abusando de las binacionales y ocultando el manejo de sus fondos a cambio de cupos para sus “nepobabies”.
La senadora cartista Norma Aquino alias Yamy Nal molesta por las publicaciones de su hija en Itaipú pidió a sus colegas “la imperiosa necesidad” de regular a los medios de prensa. Admitió que los senadores están expuestos públicamente, pero pidió que no se metan con la familia. Calificó de “prensa desconcertada” a los medios que publican casos escandalosos de nepotismo de parlamentarios y altas autoridades en la Función Pública.
El vicepresidente de la República, Pedro Alliana, retornó a su exfeudo, la Cámara de Diputados, ahora devenido a ser la “guardería” de su nepobaby, Montserrat Alliana Encina, para reunirse con su “gran amigo”, el actual presidente de la Cámara Baja, el cartista Raúl Latorre.
Los hijos de la senadora tránsfuga Norma “Yamy Nal” Aquino y el diputado liberal Marcelo Salinas aparecen como aprendices en Itaipú. Se trata de una nueva maniobra mediante la cual se busca esconder a los nepobabies y así evitar aparentemente el escarnio público, debido a que la binacional oculta el listado de los aprendices, pese a que tienen un salario de alrededor de G. 4 millones en forma mensual.
En un descarado caso de conflicto de intereses, al menos una veintena de senadores y diputados que votaron en contra de transparentar el manejo de fondos sociales de las binacionales lo hicieron teniendo a parientes “mamando” de Itaipú y Yacyretá. No solo avalaron el festín –sin control– con estos millonarios fondos, sino que además, como premio, al “blindaje” les pagamos a parientes que ya “están mejor” y nos cuestan G. 9.590 millones al año.