La politiquería paraguaya sigue estando atornillada a nuestro pasado; las autoridades siguen engrilladas a un pasado muerto que frena el salto del pueblo a la modernidad y a la solidez del estado social y democrático de derecho, consagrado en el artículo uno constitucional. En la antigüedad, y hasta en la actualidad, los pueblos recurren a la fuerza militar para defender su territorio y para conquistar nuevos espacios geográficos, desalojando a sus ocupantes, exterminándolos o esclavizándolos. No es esa nuestra realidad actual.
Sé que para aquellos lectores que nos encontramos en los grupos de riesgo del COVID este título le resulta muy familiar. Es del atemporal y soberbio tango “Cambalache” cuya letra es el regalo del prodigio de Enrique Santos Discépolo, autor y dramaturgo argentino escrito en el año 1934 durante la llamada “Década Infame” y pocos años antes que Perón proscribiera el lunfardo.
La Operación Cicatriz fue el hecho más importante en la política paraguaya en el 2020. En plena pandemia, en julio, se concretó el pacto entre el presidente Mario Abdo Benítez y el expresidente Horacio Cartes, que tuvo consecuencias no solo partidarias sino también en el Congreso Nacional, en la Fiscalía, en la Justicia y en los órganos extrapoder como el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados y el Consejo de la Magistratura. Con el “abrazo covid”, Abdo asegura completar su mandato hasta el 2023, Cartes se protege y fortalece aún más su poder sin necesidad de estar en el Palacio de López, los colorados procesados van logrando “blanquearse” y se afianza un modelo no democrático que puede ser peligroso para la República.
La abogada Sonia Bareiro (48) es una política paraguaya. No tiene cargo parlamentario ni afiliación partidaria; su pasión son las políticas públicas. Vivió en Alemania durante una década y hace unos años regresó. “Mi perfil laboral y mi pensamiento son los de crear lazos, puentes de cooperación”, afirma.
Qué implican para nuestro país –en su economía, en la viva realidad de sus migraciones y de sus fronteras, en sus posibilidades de integración regional y en su propia política exterior– las continuidades y las transformaciones en la política exterior de su mayor vecino, Brasil, es un tema que reclama análisis desde la perspectiva de Paraguay.
Tras participar de la reunión con José Miguel Insulza y el presidente Federico Franco, el canciller José F. Fernández Estigarribia destacó ayer la “positiva actitud” del secretario general de la OEA con relación a la política paraguaya. Según el canciller, Insulza se mostró muy interesado por la gestiones de nuestro país para ingresar a la alianza del Pacífico.