Una noche bajo un techo ancestral
Los trulli no son simples viviendas antiguas: son construcciones centenarias hechas de piedra caliza seca, sin mortero, levantadas con una técnica que data del siglo XIV.

Su diseño cónico no es solo estético; permitía desmontar el techo con rapidez para esquivar los impuestos por edificaciones permanentes. Esa astucia rural derivó en una arquitectura única, hoy Patrimonio Mundial de la UNESCO.
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Aunque desde afuera conservan su aspecto austero, muchos trulli han sido cuidadosamente restaurados para ofrecer confort moderno sin perder su esencia original. Techos abovedados, paredes gruesas que aíslan del calor y del frío, y una atmósfera acogedora y silenciosa que invita a desconectar.
Más que alojamiento: una vivencia cultural
Alojarse en un trullo no es solo una opción pintoresca, es sumergirse en el alma de Alberobello. Cada piedra habla de una historia campesina resistente, de una identidad arraigada.

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A eso se suma la posibilidad de explorar la gastronomía local —orecchiette, quesos frescos, focaccia pugliese— en trattorias familiares que completan la inmersión cultural.
La experiencia se potencia con el entorno: campos de olivos centenarios, caminos rurales y pueblos vecinos como Locorotondo o Cisternino, ideales para recorrer sin prisa. Dormir en un trullo es también elegir el ritmo pausado del sur italiano.
Cómo reservar tu estadía en un trullo
La popularidad de Alberobello crece año tras año, por lo que conviene reservar con anticipación, sobre todo en primavera y verano.

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Hay opciones para todos los gustos: desde trulli minimalistas hasta versiones boutique con piscina y diseño de autor. Plataformas como Airbnb o Booking permiten filtrar por tipo de trullo, comodidades y ubicación.