Lejos de las multitudes y las rutas clásicas, Paros conquista con pueblos encalados, playas serenas y una hospitalidad genuina que invita a redescubrir la vida isleña.

A menudo eclipsada por la fama mundial de Santorini y Mykonos, Paros empieza a captar la atención de viajeros que buscan una experiencia distinta en Grecia. Esta isla, ubicada en pleno mar Egeo, es conocida no solo por su belleza natural, sino también por mantener intactas sus costumbres y su ritmo pausado.
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Naoussa y Parikia, sus dos principales localidades, exhiben el perfil tradicional de las Cícladas: casas blancas con puertas azules, calles empedradas y tabernas donde los productos del mar dominan la mesa. En el puerto de Naoussa, los pescadores siguen llegando con el botín del día y los visitantes pueden disfrutar la gastronomía local sin el bullicio característico de otros destinos populares.

Las playas de Paros, como Kolymbithres y Golden Beach, sorprenden por su amplitud y aguas cristalinas. “En Paros podés nadar en la costa sin que te rodee una multitud”, comenta Mary Papadopoulou, guía turística local. Muchas de estas playas permanecen poco explotadas, ideales para relajarse, practicar deportes acuáticos o simplemente contemplar el horizonte.
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Mármol, festividades y más

La isla también atrae a los entusiastas de la cultura y los oficios tradicionales. El mármol de Paros, célebre en la Antigüedad y utilizado en obras como la Venus de Milo, puede conocerse en antiguos talleres y pequeñas exposiciones.

Además, festividades religiosas y mercados artesanales se mantienen vigentes durante todo el año, ofreciendo un genuino acercamiento a la vida cotidiana.
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Paros integra además rutas de senderismo que conducen a monasterios, viñedos y miradores, invitando a explorar sin prisa. Su conectividad por ferry con otras islas permite a los visitantes descubrir este rincón especial mientras recorren el archipiélago.

Cada vez más, quienes llegan a Paros eligen este destino buscando ese Mediterráneo soñado de pequeñas plazas, aire perfumado de jazmín y noches tranquilas bajo estrellas, lejos del ritmo frenético de las postales más famosas.