Savannah no camina: flota. En el amanecer, la bruma del río homónimo se mezcla con las cortinas de musgo español que cuelgan de robles centenarios, y el damero de plazas coloniales despierta al ritmo pausado del sur.
La ciudad, fundada en 1733 por James Oglethorpe, ha perfeccionado el arte de conjugar pasado y presente, levantando una identidad que se apoya por igual en la preservación de su arquitectura y en la exuberancia de sus espacios verdes.
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Un plan urbano que se volvió patrimonio
La columna vertebral de Savannah es su plan hipodámico de plazas, un experimento urbanístico avanzado para su época que hoy organiza la vida cotidiana.

El distrito histórico, uno de los más extensos y mejor conservados de Estados Unidos, exhibe fachadas georgianas y victorianas, ladrillos vistos, balcones de hierro forjado y patios interiores escondidos detrás de callejones adoquinados.
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A diferencia de otras ciudades del sur, Savannah atravesó la Guerra Civil con menor devastación material —un hecho que contribuyó a preservar su tejido urbano original—, aunque sus heridas humanas fueron profundas y complejas.

La defensa del conjunto construido se convirtió, desde mediados del siglo XX, en una tarea cívica. Organizaciones como la Historic Savannah Foundation promovieron la restauración frente a la demolición, favoreciendo la rehabilitación de viviendas y la recuperación de hitos como el Mercado de la Ciudad o la catedral de San Juan Bautista.
Más recientemente, la presencia de la Savannah College of Art and Design ha apuntalado la reutilización adaptativa de edificios, transformando estaciones, fábricas y viejas mansiones en residencias, galerías y espacios educativos.
Jardines que definen una forma de vivir
Si la piedra da estructura, el verde le pone voz. Las 22 plazas —microclimas sociales y botánicos— son salones públicos donde los azahares, camellias y azaleas dictan el calendario.

Forsyth Park, con su fuente blanca y avenidas de robles cubiertas de Tillandsia usneoides —el musgo español que, pese al nombre, es una bromeliácea—, actúa como corazón verde de la ciudad, un escenario constante para mercados, conciertos y la vida diaria.

La relación con la naturaleza trasciende lo ornamental. En las afueras, el histórico cementerio de Bonaventure se extiende entre esculturas y mármoles erosionados, integrando paisaje y memoria; al sur, el túnel de robles de Wormsloe State Historic Site enmarca una postal que sintetiza el imaginario sureño.

Y hacia la costa, los humedales del estuario recuerdan la fragilidad de un ecosistema que sostiene aves migratorias y pesca local.

El carácter fotogénico de Savannah es una bendición y un desafío. Millones de visitantes llegan cada año impulsando restaurantes, hoteles boutique y distritos de ocio como Plant Riverside en la ribera del río.
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