Con geografías que van de la selva subtropical al hielo patagónico, Argentina sigue consolidándose como uno de los destinos más diversos de América Latina. La combinación de naturaleza en estado puro, ciudades icónicas y experiencias enogastronómicas vuelve a poner al país en el radar de los viajeros.
Cataratas del Iguazú: la potencia del agua en el Litoral
En el extremo nordeste, las Cataratas del Iguazú despliegan más de 250 saltos entre islas de selva y vapor de agua. El Parque Nacional Iguazú, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, ofrece pasarelas superiores e inferiores con miradores que permiten apreciar la caída de los saltos y la biodiversidad que los rodea: tucanes, mariposas, coatíes y orquídeas conviven con el estruendo del agua.

La visita se completa con la Garganta del Diablo, un balcón natural que asoma a la caída más imponente del conjunto.
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Puerto Iguazú, la base de operaciones del lado argentino, suma propuestas que van desde la cocina misionera —con pescados de río y productos de la tierra colorada— hasta recorridos por yerbales y reservas naturales.
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Buenos Aires: cultura viva, barrios y una agenda inagotable
La capital argentina es un destino en sí misma. Entre el clasicismo del Teatro Colón y la contemporaneidad del MALBA, la ciudad combina museos, arquitectura y una escena cultural que late a toda hora.

San Telmo y La Boca guardan el pulso histórico, con conventillos, ferias y peñas donde el tango se baila y se escucha sin artificios. Palermo y Chacarita, en cambio, marcan tendencia con galerías, bares de autor y propuestas gastronómicas que reinterpretan producto local y técnicas globales.
Para quienes llegan por primera vez, caminar la Avenida de Mayo, ver caer la tarde en Puerto Madero o perderse por los parques de Palermo son rituales de iniciación.
Mendoza: vinos de altura y la ruta andina
Mendoza es la puerta de entrada a los Andes centrales y al universo del vino argentino. En Luján de Cuyo y el Valle de Uco, bodegas de arquitectura de autor conviven con fincas centenarias; las degustaciones se combinan con almuerzos entre viñedos y experiencias que van de la bicicleta a cabalgatas al atardecer.

La temporada de vendimia, entre marzo y abril, colorea la provincia con cosechas, música y la tradicional Fiesta Nacional de la Vendimia.
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A pocos kilómetros, la Ruta 7 asciende hacia la alta montaña y el Parque Provincial Aconcagua, donde se alza el techo de América. Sin necesidad de expediciones técnicas, miradores y senderos de baja dificultad permiten contemplar glaciares y paredes rocosas de tonos rojizos y ocres.
Conviene reservar con antelación las visitas a bodegas —muchas trabajan con cupos— y planificar la altura y el clima de montaña si se piensa subir hacia la cordillera.
El Chaltén y Los Glaciares: el reino del trekking patagónico
Autodenominada capital nacional del trekking, El Chaltén es una aldea patagónica a los pies del macizo del Fitz Roy. Desde allí parten sendas bien señalizadas que, en cuestión de horas, conectan con algunos de los paisajes más fotogénicos del sur: la Laguna de los Tres, la Laguna Torre o los miradores del río de las Vueltas.

Entre octubre y abril, los días largos permiten caminar con luz hasta entrada la tarde; en temporada alta, madrugar es la clave para disfrutar los senderos con menos gente.
A tres horas por ruta, El Calafate abre la puerta al glaciar Perito Moreno, una pared de hielo que se desprende con estruendo sobre el lago Argentino. Las pasarelas accesibles ofrecen vistas en distintos niveles y, para quienes buscan una experiencia más inmersiva, las navegaciones acercan a la pared azul y los minitrekking permiten pisar el hielo con crampones.

Ropa por capas, protección solar y respeto por las normas del parque son esenciales para mantener el equilibrio de un ambiente frágil.
Península Valdés: fauna salvaje frente al Atlántico
Del lado atlántico, en Chubut, la Península Valdés es uno de los santuarios de fauna más importantes de Sudamérica. Las ballenas francas australes llegan a reproducirse entre el invierno y la primavera en el Golfo Nuevo y el Golfo San José, y los avistajes regulados permiten observarlas a corta distancia desde Puerto Pirámides.

A lo largo de la costa, lobos y elefantes marinos descansan en apostaderos naturales, mientras que orcas iconoclastas se acercan a la rompiente en busca de presas, un comportamiento único que, con suerte, puede verse en determinados puntos y épocas del año.
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Más hacia el sur de la provincia, colonias de pingüinos de Magallanes se multiplican entre septiembre y marzo, completando el calendario de fauna. Las distancias son largas, los caminos de ripio y la señal de celular intermitente: viajar con guía o en excursión organizada, respetar las velocidades y mantener distancia de los animales son pautas básicas para una visita responsable.
