De alborotos y zarandeos parecen vivir últimamente quienes permanecen atentos a lo que ocurre en las Cámaras del Congreso. Son sucesos que no merecen tanto aspaviento; aunque sabemos que lo escandaloso siempre vende, aunque lo logra a costa de soslayar lo que realmente importa. Veamos un ejemplo: entretanto en el Legislativo se vociferaba y dirimían conflictos, el Ejecutivo negociaba Itaipú.
“De la época dorada a la era de Acuario. A los paraguayos, el agua en forma de lluvia o de río, libre o contenida, nos incita a un culto unánime, seguramente ancestral y casi siempre subconsciente. Inauguramos noticias y conversaciones con las incidencias del clima, que jamás se ausentan de un salón. Si el agua falta, la prensa se encarga de hacérnoslo saber a la madrugada con fotografías de osamentas yertas en eriales sobrecogedores. Si sobra, la prensa nos lo avisa puntualmente mostrándonos la lucha titánica contra los desmadres, todo acompañado con el pronóstico de que lo malo que vemos hoy será, de seguro, la catástrofe de mañana.
Desde la noche del 5 de junio de 1944 más de 150.000 soldados se arrojaron sobre la costa de Normandía para asegurar cabezas de playa, abriendo el paso a lo que serían después más de dos millones de invasores americanos, británicos, franceses, canadienses, polacos, noruegos y de otras nacionalidades.
¿Será cierto que la prensa influye decisivamente sobre muchos legisladores meciéndolos al vaivén de los vientos mediáticos? O, dicho lo mismo de otro modo: que numerosos senadores, diputados y concejales se muestran demasiado vulnerables ante los periodistas. Lo aseguró recientemente el presidente de Senadores de este modo: “Evidentemente hoy ustedes (periodistas) se han convertido en los que direccionan las posiciones de mis colegas. Lamentablemente tengo que admitir esto”.
De prosperar, el proyecto de ley que tornará obligatoria la sustitución del cafecito oficinal por el mate cocido, en sus versiones negro o blanco, en la variedad de yrei o con azúcar quemada (aplicable también a la merienda escolar), se asegura se dará un formidable espaldarazo a la industria yerbatera pero, asimismo, un no menos tremendo pechoro’o a la producción de café, que, aunque muchos lo ignoren, también se cultiva, industrializa y comercia en este país.
A menudo periodistas y políticos conforman un dúo armónico; se buscan y se evaden coquetamente, conforme sea el juego. A veces convienen consorcios solventándose recíprocamente. Pero, fuera de estos casos de simbiosis, el periodista es el depredador natural del político, como, creo, alguna vez dije ya.
El Día Mundial de la Agenda debió conmemorarse el pasado primero de enero, por el obvio motivo de tal fecha marcar su página primera; pero no sucedió. La ONU no fijó todavía tal evocación, tal vez agotada su lista después de establecer el “Día Mundial del Retrete”, 19 de noviembre, fecha que, de este modo, deviene con alto simbolismo político.
Amelia Castilla, periodista de El País, de Madrid, se aprestó a venir a nuestro país para escribir la nota que su diario publicó el viernes 15 de diciembre pasado. Refiere que, aguardando en Barajas el momento de embarcarse, conversa con viajeros del mismo vuelo. Uno de ellos comenta que viene al Paraguay y que es la primera vez que cruzará el Atlántico; entonces alguien, de un grupo de argentinos, exclamó: “¡La primera vez y ha elegido lo más feo!”.