Un imperio en expansión
Corría el siglo VI antes de la era común, y Cambises II, hijo de Ciro el Grande, lideraba el poderoso Imperio Persa.
Tras conquistar Egipto en el 525 antes de la era común, Cambises dirigió su atención al oasis de Siwa, sede del oráculo de Amón.
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Determinado a subyugar esta autoridad religiosa y política, envió una columna militar a través del desierto.
Según Heródoto, el ejército marchó durante varios días hasta que una gigantesca tormenta de arena los envolvió y sepultó. Nunca llegaron a su destino. El desierto los tragó, y con ellos, toda evidencia tangible del suceso.
Hipótesis y búsquedas modernas
1. Tormenta de arena: la explicación más aceptada es la muerte masiva por asfixia y sepultura bajo una tormenta de arena —un fenómeno común, pero letal, en el Sahara.
2. Desorientación y colapso: otra teoría sugiere que el ejército pudo haberse perdido, agotando agua y provisiones hasta sucumbir.
3. Emboscada olvidada: algunos plantean que fueron atacados por tribus hostiles o fuerzas egipcias, aunque no existen pruebas arqueológicas que lo sostengan.
Numerosas expediciones han buscado rastros —restos humanos, armas, herramientas— sin éxito concluyente. Las arenas móviles del Sahara siguen ocultando el destino final del ejército.
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Un misterio arqueológico vigente
Como sucede con otras desapariciones históricas, la falta de pruebas alimenta tanto el mito como la investigación. El caso Cambises ha inspirado desde relatos históricos hasta expediciones modernas con tecnología de punta, drones e imágenes satelitales.
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Mientras no aparezcan evidencias físicas, la historia del ejército persa perdido seguirá siendo una cicatriz en la arqueología del mundo antiguo: un recordatorio de que incluso las civilizaciones más poderosas pueden desvanecerse sin dejar huella cuando se enfrentan a la fuerza implacable de la naturaleza.