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Uno de los hallazgos más relevantes es la disparidad entre grupos de ingreso. A los últimos datos disponibles, las economías de ingreso alto alcanzaron una densidad de nuevas empresas de 7,27 por cada 1.000 adultos. En cambio, las economías de ingreso bajo apenas llegaron a 0,40 por cada 1.000 adultos, es decir, una diferencia de más de 18 veces entre ambos extremos. Esta brecha revela no solo una menor formalización empresarial en los países de menores ingresos, sino también un amplio margen de crecimiento en términos de dinamismo emprendedor.
El análisis histórico muestra que las economías de ingreso alto fueron las que más aumentaron su densidad de ingreso de empresas, con un avance de 1,6 puntos porcentuales, seguidas por los países de ingreso mediano. En cambio, las economías de ingreso bajo registraron avances marginales. El estancamiento refleja las persistentes barreras estructurales que enfrentan los emprendedores en contextos de menores ingresos, como el acceso limitado al crédito, la informalidad laboral predominante y las dificultades para cumplir con requisitos administrativos.
Es de recordar que la actividad empresarial se había visto afectada por dos grandes eventos en los últimos años: la crisis financiera global de 2008-2009 y la pandemia de covid-19 en 2020. En ambas situaciones, el registro de nuevas empresas cayó significativamente. Sin embargo, en 2021 se observó una recuperación notable: el 92% de las economías analizadas reportaron un aumento en la creación de empresas, en contraste con el 40% que mostró crecimiento
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La creación de nuevas sociedades de responsabilidad limitada registró un fuerte repunte en 2022, con un total de 3.072 nuevas firmas, de acuerdo con los datos del Banco Mundial, cifra que no solo duplica el número observado en 2021, sino que representa el nivel más alto en al menos una década.
Además del incremento absoluto en la cantidad de nuevas empresas, también se observa una mejora en la densidad de nuevos negocios, que se ubicó en 0,70 en 2022. Esta cifra supera ampliamente los valores registrados entre 2013 y 2021, que se mantuvieron por debajo de 0,30.
La aceleración en la formación de SRL podría reflejar una recuperación del dinamismo económico tras los efectos de la pandemia, así como un mayor interés por parte de emprendedores en formalizar sus actividades. No obstante, el desafío sigue siendo garantizar que estas nuevas unidades productivas logren sostenerse en el tiempo y generar empleo de calidad.
En efecto, los datos del BM evidencian que, si bien la actividad empresarial formal global muestra señales de recuperación y crecimiento sostenido en economías más avanzadas, los países de ingreso bajo siguen enfrentando desafíos estructurales para fomentar el emprendimiento formal. Fortalecer marcos regulatorios simples, mejorar el acceso al financiamiento y reducir la carga burocrática serán claves para cerrar esta brecha y generar un entorno propicio para el desarrollo del sector privado.
* Este material fue elaborado por MF Economía e Inversiones