LOS LECTORES OPINAN

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Siguen los cobros irregulares

Uno de los legados más lamentables del stronismo es que nos acostumbramos los paraguayos a aceptar el “pokarê”, el hurto, el robo impune. Uno de estos legados es el cobro que durante décadas percibió la Marina paraguaya para habilitar botes, canoas y cualquier embarcación que surquen las aguas de Paraguay. El famoso y odiado rol que debía pagar el más humilde pescador de nuestros ríos.

El hecho de que los marinos en vez de proteger a las personas las roben impunemente ha sido siempre una constante. Los mejores contrabandos siempre se han hecho al amparo de los marinos, y actualmente todos los buques, barcazas y cualquier contenedor debe pagar un precio por permanecer en las costas paraguayas.

Esto es totalmente ilícito y los contenedores de soja pagan con gusto, pues es una migaja y con ello cuentan con la protección de la Marina.

Todos los ministerios, inclusive el de Defensa, debe tener un presupuesto aprobado por el Congreso y administrar solamente dicho presupuesto. Cualquier cobro adicional que perciban sus miembros, en cualquier concepto, es y será un robo vulgar y corriente, y los fiscales, contralores y jueces debe intervenir de oficio.

Bastante le ha costado a la ciudadanía salirse del modelo stronista, donde cualquier capo podría “hacer su platita”, lo que era incluso bien visto por el señor Presidente. Y era eso festejado como una prueba de lealtad y astucia. “Lo puse allí para que se arme y no lo ha aprovechado”, solía lamentarse Stroessner cuando sus colaboradores “flojeaban”.

Pues bien, ahora con el “nuevo rumbo” esperemos que estos cobros adicionales y especiales que percibe la prefectura de Marina se acaben definitivamente. El doctor Verón debe actuar de oficio en casos como este, aunque no existan quejas formales de los expoliados.

Luis Bentos

El mal llamado “tenedor libre”

Una experiencia de mal gusto y encima repetitivo; conste que no soy muy apegado a las salidas nocturnas. Este fin de semana fui invitado a un local gastronómico con el servicio mal llamado “tenedor libre”. En las pocas veces que me cupo concurrir a este tipo de establecimientos tuve la misma y repetitiva suerte: “siempre faltan los alimentos”.

Aclaro que no concurro a estos locales de puro glotón, pero es bueno reclamar por el bien y/o servicio que se está abonando, encima en este caso por adelantado, pues la experiencia que me cupo vivir en carne propia es que las adhesiones ya fueron vendidas en forma anticipada.

Ocurre que estas empresas venden sus servicios a una cantidad mayor de personas en proporción a los alimentos preparados, a las cuales ya se les cobra por adelantado, y cuando llega la hora de la cena, una especie de malón arrasa las mesas en las cuales están depositados los alimentos, y las personas, como mi caso, que optamos por esperar a que pase este torbellino de personas, cuando nos acercamos a la mesa nos encontramos con la desagradable sorpresa de que está totalmente desabastecida por los comensales más pícaros y seguramente ya acostumbrados a este tipo de eventos.

Y los ingenuos, como mi caso, debemos resignarnos con algunas sobras que si uno no es muy delicado se las puede llevar como bocado y no terminar la noche con el estómago vacío. Creo que algún ente debe controlar el funcionamiento de este tipo de empresas que de un tiempo a esta parte se multiplicaron como hongos, ya que la forma en que operan (no sé si todos) es un negocio muy lucrativo, pero basados en un engaño rayano a la estafa, pues prometen una cosa y a la hora de la verdad te encuentras con algo totalmente diferente.

Luego de esta última experiencia, al menos en mi caso, obligadamente concurriré a algún otro local gastronómico pero ya no con el “tenedor libre”; prefiero abonar después de haber consumido.

Cristóbal Rojas Garcete

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