Informe presidencial alejado de la realidad

El presidente Santiago Peña brindó su informe de gestión ante el Congreso Nacional, de acuerdo a lo que ordena el artículo 238 de la Constitución Nacional, que encomienda al mandatario “dar cuenta al Congreso, al inicio de cada período anual de sesiones, de las gestiones realizadas por el Poder Ejecutivo, así como informar de la situación general de la República y de los planes para el futuro”. El pueblo paraguayo, a juzgar por las reacciones, en gran parte escuchó sorprendido la descripción de un país completamente diferente al Paraguay actual. Peña hizo hincapié en su supuesta lucha por una justicia social, tal vez ni siquiera comprendiendo la amplia dimensión de lo que encierra la verdadera y anhelada justicia social, donde sobresalen la igualdad de oportunidades, la distribución equitativa de recursos, la eliminación de desigualdades allanando barreras discriminatorias, la lucha real por el bienestar de todos los paraguayos y la promoción de la participación ciudadana, nada más alejado de la realidad actual paraguaya.

El presidente Santiago Peña brindó en la noche del martes su segundo informe de gestión ante el Congreso Nacional desde su asunción al cargo, de acuerdo a lo que ordena el artículo 238 de la Constitución Nacional, que encomienda al mandatario “dar cuenta al Congreso, al inicio de cada período anual de sesiones, de las gestiones realizadas por el Poder Ejecutivo, así como informar de la situación general de la República y de los planes para el futuro”. Un informe similar primeramente fue brindado ante Horacio Cartes en la sede del Partido Colorado, y recién en segundo plano ante el pueblo paraguayo, que, a juzgar por las reacciones, en gran parte escuchó sorprendido la descripción de un país completamente diferente al Paraguay actual.

En medio de algunos párrafos de su discurso, Peña hizo hincapié en su supuesta lucha por una justicia social, tal vez ni siquiera comprendiendo la amplia dimensión de lo que encierra la verdadera y anhelada justicia social, donde sobresalen la igualdad de oportunidades, la distribución equitativa de recursos, la eliminación de desigualdades allanando barreras discriminatorias, la lucha real por el bienestar de todos los paraguayos y la promoción de la participación ciudadana, nada más alejado de la realidad actual paraguaya.

No se puede hablar de justicia social cuando todo Alto Paraguay se encuentra severamente afectado por el aislamiento desde hace 90 días debido a las intensas lluvias y las inundaciones que dañaron la red vial, dejando a muchas comunidades incomunicadas por falta de caminos y en medio de grandes necesidades como el acceso a asistencia sanitaria, a escuelas y colegios o lo más básico, acceso al agua potable en el caso de varias comunidades indígenas, de quienes el presidente no se acordó ni por casualidad en medio de su discurso. ¿De qué igualdad de oportunidades habla?

Exaltó el sistema Búho como servicio de transporte público nocturno que opera en Asunción y alrededores, pero la realidad cotidiana demuestra la severa inexistencia de buses en cantidad y calidad para que la burlada población se traslade por las mañanas a sus lugares de trabajo. Esta situación es completamente desconocida por Santiago Peña, ya que él y su esposa se trasladan en helicóptero a su mansión en San Bernardino, y cuando no utiliza este medio de transporte, recorre el mundo en avión, agotando el 100% de su presupuesto en tan solo cinco meses, rebasando los G. 4.000 millones de gastos reservados, duplicando sus pasajes y viáticos para el ejercicio fiscal de G. 3.557 millones a un estimado de G. 8.179 millones (ABC 29/06/25).

Sin embargo, intentó justificar sus casi 50 viajes a las mejores capitales del mundo diciendo que “cada nuevo mercado abierto es empleo, oportunidad y futuro”, pero ¿cuántos de estos viajes requería necesariamente la presencia del presidente? ¿Qué de productivo para el país trajo cada uno de los 46 viajes al exterior? A lo sumo, solo pudo justificar el 10% de los viajes realizados.

Luego exaltó la “democracia”, pero no recordó que su movimiento político expulsó a la exsenadora Kattya González en medio de un juicio de pérdida de investidura orquestado para la ocasión porque molestaba su postura disidente con el poder de turno. Entonces ¿de qué democracia habla cuando no se respeta el pluralismo, base de la democracia representativa? Tampoco recordó que hace un año y medio la Corte Suprema de Justicia tiene en sus manos la decisión sobre la declaración de inconstitucionalidad de esta arbitraria expulsión y no se anima a dar su veredicto aparentemente por un claro sometimiento de la justicia al poder político. Entonces, ¿de qué respeto a la democracia se puede hablar cuando existe intromisión de un poder del Estado sobre otro?

Además de eso, y como ya es costumbre del Gobierno actual referirse a cada cosa como “histórica”, o “por primera vez en el país“, exaltando –por insignificante que sea– con grandilocuencia lo que constituye una obligación estatal, el presidente se refirió, en efecto, al otorgamiento de becas en el sector educativo como un hecho “histórico” y a la compra de más de 328.000 pupitres chinos, aparentemente sobrefacturados por encima del 600% de su costo real y por los cuales los niños ya fueron obligados a rendir loas al presidente. Sin embargo, no se refirió a los niños que aún deben dar clases bajo los árboles, pese a la ola de frío, con fogatas para calentarse, por falta de infraestructura en varias escuelas, como las de San Pedro o el cercano Remansito. ¿Esta es la justicia social de la que tanto habló Santiago Peña en su discurso?

Y ni que hablar de la corrupción, la gran ausente en el informe presidencial, pero tan presente en el día a día en Paraguay. Por ejemplo, grandes escándalos desatados a raíz de la filtración de mensajes del celular del extinto diputado Eulalio “Lalo” Gomes que pusieron al descubierto la aparente infiltración de la narcopolítica en puestos claves dentro de la estructura estatal. Jueces, fiscales, miembros del Jurado de Enjuiciamiento o de la Corte Suprema, ministros del Poder Ejecutivo, como los de la Secretaría Nacional de Inteligencia (SIN) o la Secretaría de Prevención de Lavado de Dinero (Seprelad), todos ellos aparentemente salpicados en los chats del asesinado legislador en supuestos hechos de corrupción o aparentes vínculos con el narcotráfico, que fueron simplemente “olvidados” en el informe de gestión, y tampoco recordados por los espectadores, en especial los de la oposición, algunos de los cuales ausentes en señal de protesta, en vez de representar al pueblo paraguayo en el lugar donde su mandante les colocó, en el Congreso Nacional.

En lo que respecta a salud, el presidente se mostró un poco más sincero, reconoció que es una gran deuda pendiente del Estado. Exaltó la adquisición de ambulancias, pero olvidó que carga sobre sus hombros la muerte de neonatos que no pudieron acceder a terapia intensiva porque el Gobierno había desmantelado la unidad de cuidados intensivos del hospital de Villarrica luego de su inauguración. Paradójicamente, el mismo día del informe presidencial fallecían en la ciudad de Yhú una madre y su recién nacida. Otro neonato falleció en la ciudad de Presidente Franco debido a que el anestesiólogo abandonó su puesto. Esto demuestra que no basta con recibir ambulancias donadas si los hospitales no se encuentran aptos para brindar una salud pública de calidad.

En lo que respecta a seguridad y lucha contra el narcotráfico, el jefe de Estado se jactó de que por primera vez en seis años ningún cargamento de cocaína proveniente de Paraguay fue incautado en puertos europeos, pero al parecer desconocía que en julio de 2024 la Guardia Civil Española decomisó en el puerto de Barcelona más de cuatro toneladas de cocaína enviadas desde Paraguay. También olvidó exhortar a la justicia paraguaya a dar con el autor moral del asesinato del fiscal Marcelo Pecci, para enviar de esta forma un mensaje aleccionador al crimen organizado, si en verdad le interesa combatirlo.

Finalmente, el presidente puede tener una visión diferente de sí mismo, y estar convencido de ser un buen mandatario. Sin embargo, no puede tener una perspectiva tan lejana de la realidad del país que gobierna, o, por lo menos, que dice gobernar, porque, aunque el papel “todo lo aguante”, la paciencia del pueblo paraguayo ya no puede ni debe aguantar.

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