La salud pública en nuestro país es uno de los sectores que sufren de las mayores carencias, con un elevado porcentaje de la población que casi no tiene acceso a una práctica medicinal adecuada y a medicamentos para atender sus necesidades. Es por eso muy llamativo que periódicamente se publiquen noticias de multimillonarios desperdicios de medicamentos que no fueron usados en tiempo oportuno, o de costosas máquinas que no fueron usadas para los fines para los que fueron adquiridas.
Ahora, una fiscalización especial inmediata, realizada por la Contraloría General de la República (CGR), constató una pérdida de 2.207.084.100 guaraníes, causada por el vencimiento de insumos y de fármacos oncológicos y respiratorios en los depósitos del Hospital de Clínicas, dependiente de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Asunción. Los medicamentos y parte de los insumos fueron donados por el Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social, es decir, por el mismo órgano responsable del desabastecimiento de los hospitales y de los centros de salud públicos, para desgracia de miles de pacientes que no pueden ser atendidos como se debe. El rotundo informe de la CGR, que también revela que los productos vencidos están almacenados con otros aún vigentes, lo que supondría un riesgo sanitario y administrativo, es una muestra más de que, en la salud pública, el derroche es tan criminal como la corrupción.
Hace pocos días, el jefe de Cardiología del propio Hospital de Clínicas, doctor Jorge Jarolín, advirtió que la falta de fondos para realizar cirugías cardiacas pone en serio riesgo la vida de quince menores, entre otros. Según dijo, “están condenados a morir” si no son sometidos a una intervención quirúrgica antes de fin de año. “Esto no se soluciona con polladas”, según el citado médico. Este desesperado clamor de auxilio motivó la transferencia de los fondos reclamados, según se pudo saber. Sin embargo, el nosocomio en cuestión, uno de los dos públicos que realizan operaciones cardiacas complejas en menores, se permite desperdiciar recursos en gran escala. Es indignante que haya pacientes que fallezcan por falta de fármacos e insumos, mientras en el Hospital de Clínicas se los echa a perder. También lo es la eventualidad, señalada en el informe de la CGR, de que la salud sea afectada si se guardan productos caducados junto con otros que no lo están, como ocurriría en este bochornoso caso.
Dado que el examen abarcó solo el ejercicio fiscal 2024 y los primeros cuatro meses de este año, es razonable suponer que algo similar viene ocurriendo desde hace mucho tiempo, en perjuicio de la salud de las personas y del dinero público. Desde ya, el Ministerio Público haría bien en abrir una investigación al respecto. Como dijo Gladys Fernández, directora de Control Gubernamental de la CGR, las irregularidades administrativas detectadas preliminarmente configurarían indicios de hechos punibles. Por cierto, el despilfarro no excluye la corruptela: la planificación presupuestaria puede incluir compras innecesarias en beneficio de algún proveedor amigo y, por supuesto, de uno o más responsables administrativos. Sin duda, si la CGR realizara una fiscalización especial inmediata en otras entidades públicas, encontraría escándalos similares en materia de compras que no apuntan a prestar un servicio, sino a enriquecerse a costa de los contribuyentes.
Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy
Este caso tan lamentable muestra cuán desalmados pueden ser los que gestionan el dinero de todos, incluso en una institución académica: nada les suele importar el interés general de que los bienes adquiridos satisfagan en verdad una necesidad pública. Aquí están en juego la vida de los pacientes del Hospital de Clínicas e incluso la de los de otros establecimientos sanitarios, en la medida en que se les priva de los fondos que precisan para atender a sus pacientes. El director del Hospital de Clínicas, Jorge Giubi, admitió que “hay que cambiar las cosas (...) todo está mal y tenemos que cambiar eso”. Por lo visto, si la CGR no hubiera emitido su informe, nadie se habría dado cuenta de que la situación era intolerable. Debe entenderse que también la ministra María Teresa Barán la ignoraba, pues proveía de remedios y de insumos que no eran utilizados y que faltaban en los hospitales y centros de salud dependientes del órgano que ella dirige. En efecto, “todo está mal” y no solo en el Hospital de Clínicas.
El sistema sanitario es un verdadero desastre, que causa gravísimos daños a la sociedad, debido a la corrupción y al derroche desaforados; se juega con la salud de las personas y con el dinero de los contribuyentes como si fueran nimiedades: la indiferencia está a la orden del día, en tanto que la honestidad y la austeridad brillan por su ausencia. ¿Hasta cuándo se abusará de la paciencia ciudadana? Literalmente, es una cuestión de vida o muerte para la gran mayoría de los gobernados, que por falta de dinero no pueden acceder a un seguro médico privado, a diferencia de los que mandan y se llenan la boca de “pueblo”.