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¿Suena absurdo? Seguro. Es un disparate pensar que los constituyentes del 92, quienes incluso cometieron el exceso de impedir la candidatura de los parientes de Andrés Rodríguez hasta su cuarto grado de consanguinidad, para blindar la posibilidad de continuismo tras una larguísima dictadura (Art. 235 inc. 9 C.N.) podrían haber hecho una Constitución permitiendo que Stroessner volviera a candidatarse a presidente.
Pero pasa que la sentencia que abre este artículo parte de la lógica expuesta por un expresidente que quiere volver a serlo.
El martes, en la 730AM, el expresidente Fernando Lugo expuso la línea argumental con la que él y su equipo analizan volver a presentar su candidatura a la Presidencia de la República.
Lugo argumenta que nuestra Constitución Nacional solo prohíbe la reelección presidencial de quien está ejerciendo en el momento de las elecciones la Presidencia de la República, haciendo una interpretación segmentada del artículo 229, pese a que este aclara taxativamente que tanto el presidente como el vicepresidente “no podrán ser reelectos en ningún caso”.
Le remarqué al expresidente que la Constitución debe leerse como un todo y que no se puede amputarla ni dejar de contemplar el espíritu con el que fue redactada.
A modo de respuesta, Lugo dijo que la interpretación final está en manos de la Justicia Electoral y de la Corte Suprema de Justicia, aunque remarcó como mensaje en tono más político que jurídico para la Corte: “¿Quién va a impugnar a uno que tiene 60% de popularidad?”.
Siguiendo con la línea argumental y la lógica de Lugo, el propio presidente Cartes puede candidatarse a su reelección en el 2018, sin tener que cambiar la Constitución.
Siguiendo el pensamiento luguista, Cartes solo debe renunciar a la presidencia poco antes de las elecciones, para no estar ejerciendo la presidencia EN ESE MOMENTO, por lo que no sería formalmente reelecto (!) conforme el razonamiento del expresidente.
Pero ni lo uno ni lo otro. Si el absurdo político pretende llevarnos a interpretaciones forzadas y una vez más violatorias de la Constitución, este es el momento de recordar el espíritu con el que esta fue redactada.
Y recordarles también a Lugo y a sus relativistas constitucionales, que la candidatura del entonces obispo se potenció aquel 2006, en un acto en el que precisamente miles de personas repudiaron la violación de la Constitución por parte del entonces presidente Nicanor Duarte Frutos, y el sometimiento al poder político de varios ministros de la Corte.
Y para los oficialistas que también se preparan para insistir en la posibilidad de instalar la reelección a través a una enmienda y no una reforma durante la convención colorada del próximo 29, sería bueno recordarles que también un 29, pero de junio y de 2011, su partido, la Asociación Nacional Republicana, decidió rechazar la posibilidad de enmendar la Constitución para instalar la reelección, por considerarlo como algo “innecesario, inoportuno y peligroso”.
Claro, en aquel entonces el beneficiado hubiese sido Lugo. Y ese es precisamente el problema de legislar en función a intereses sectarios y no al interés general.
No se trata de enemistad, antipatía o simpatía hacia Cartes, Lugo o Duarte Frutos. Lo que los políticos oportunistas deben entender es que las instituciones de la República se construyen sobre la base de los principios y no de los caciques o únicos líderes, por lo que si pretenden instalar algo tan fundamental como la posibilidad de darle al Ejecutivo un nuevo periodo de gobierno, deben necesariamente pactar una reforma de la Constitución Nacional, en la que una soberana Asamblea Constituyente incorpore esta posibilidad hasta ahora claramente prohibida. Aunque algunos oportunistas intenten hacernos creer lo contrario.
guille@abc.com.py