Argentina y Brasil no tienen amigos, tienen intereses...

Sergio Abreu, excanciller y exministro de Industria y Energía de Uruguay, fue distinguido como miembro de la Academia Paraguaya de la Historia esta semana. En esta entrevista el político uruguayo descendiente de paraguayos comenta sobre sus raíces, habla de las negociaciones que le esperan al Paraguay por Itaipú con Brasil y advierte que el derecho es el único escudo de un país chico para enfrentar a los grandes.

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–Ingresó a la Academia de la Historia... 

–Sí, es una distinción muy importante para mí. Yo soy historiador también. Soy autor de un libro: “La vieja trenza”, donde desarrollo que Buenos Aires y Río (o São Paulo) mantienen su hegemonía basados en sus intereses desde los tiempos de la colonia. Mi conferencia ante la academia fue “De Asunción a Ituzaingó”. José de Abreu fue mi pentaabuelo, el portugués que estuvo en Asunción el 14 de mayo de 1811 y aceleró la revolución. Un nieto de él vino muy joven al Paraguay como capitán de Guerra de Brasil y se casó con una paraguaya, Trifona Sosa Recalde. Tuvieron varios hijos. Uno de ellos fue Marcial Abreu Sosa, que era mi abuelo. Mi padre también se llamó así, Marcial Abreu. Él se fue a la Guerra del Chaco con 17 años. Volvió con vida, evacuado. Terminó la guerra y se fue a estudiar al Uruguay. Allá conoció y se casó con mi madre, que es uruguaya, Rosa María Bonilla...

–¿Vive todavía? 

–Ella murió hace un mes y medio a la edad de 99 años (se refriega los ojos).

–Qué pena... 

–Ella adoraba el Paraguay.

–Usted es columnista de diario también... 

–Sí. Escribo en El País (de Uruguay). Justamente, uno de los últimos artículos que se publicó fue “Qué macana la bicicleta”, una columna que causó enorme impacto.

(http://gda.com/detalle-de-la-noticia/?article=3896265) 

–De qué se trata... 

–Lo escribí recordando a mi padre, recordando a la Guerra del Chaco, recordando cómo me crié yo como uruguayo también, con el respeto que teníamos hacia los que se fueron a la guerra. Aquello que decía (el español Jorge) Manrique (1440-1479), de que “cualquier tiempo pasado fue mejor” no era cierto para mi padre, cuyo pasado había sido la guerra. En el artículo hago mención a las estrofas de (el argentino) Guido Spano: “Llora, llora el Urutaú en la rama del Yatay; ya no existe el Paraguay, donde nací como tú...”.

–¿Por qué la mención? 

–Era el poema que desarrolló Guido Spano cuando se opuso tenazmente desde Argentina a la Guerra de la Triple Alianza. Fue apresado inclusive por orden de Mitre. Por eso es que hay una calle acá que lleva el nombre de “Guido Spano”. Hice un poco mención a la historia de mi padre en el Uruguay. La historia es muy linda porque cuando a mí me nombran canciller del Gobierno de (Luis Alberto) Lacalle (Herrera) me condecoraron acá. El Presidente era Andrés Rodríguez. El canciller era Pate Frutos. Vine con toda mi familia. Estábamos presentes tres generaciones. Antes de aterrizar, desde el avión vi un despliegue militar importante. Al abrirse la puerta, un general del ejército me notificó que el Presidente había dispuesto honores de Jefe de Estado por ser hijo de un “guerrero del Chaco”. Me invitó a revistar las tropas. Cuando bajo, le pregunto: “¿Puede ser con mi padre?”. Me respondió: “¡Cómo no!”. Mi padre me acompañó. Al pasar ante el pabellón patrio me hice la reverencia de estilo, mientras un discreto “sniff” escuché a mi costado. Terminado el recorrido, mi padre me tomó del brazo henchido de legítimo orgullo con su Cruz del Chaco en la solapa y con la vista nublada, me dijo: “Mi hijo, ahora me puedo morir tranquilo”. Son historias que tengo del Paraguay...

–Muy ligado a su familia... 

–Lacalle solía decir: “Paraguay es el único país que tiene dos cancilleres, el del Paraguay y el nuestro”. Yo al Paraguay lo entiendo, lo estudio, lo defiendo. Sigo los temas de negociaciones. Sostengo que en este Mercosur –que es un muerto que camina– tenemos que reivindicar la integración física, porque la comercial la tenemos que abrir. El problema es que la integración la ideologizamos.

–Llegó a su cisma aquel 2012 cuando Dilma, Cristina y Mujica excluyeron al Paraguay. Mercosur nunca más volvió a ser lo mismo.

–Exacto. Fue cuando el presidente Mujica y su canciller (Luis) Almagro (actual secretario general de la OEA) dijeron que lo político estaba por encima de lo jurídico. Yo era senador (por el Partido Blanco) y tuvimos una muy fuerte confrontación con ellos. Denunciamos de qué manera un Presidente como el nuestro se desapegaba de las normas jurídicas y del derecho para poner por delante la situación política y la voluntad política. De eso se trató todo el movimiento Tupamaro de Mujica y sus amigos. Para ellos, las instituciones, las normas y la Constitución son derivaciones de la sociedad burguesa. Él tuvo dos frases famosas: “Lo político está por encima de lo jurídico” cuando echaron a Paraguay del Mercosur, y la otra: “Uruguay tiene que subirse al estribo del Brasil...”.

–La pifió... 

–Desde todo punto de vista. El Uruguay y el Paraguay son países que fueron recortados por los dos grandes vecinos, sobre todo el Paraguay con la Guerra de la Triple Alianza. La excusa era el combate al Mariscal López pero se quedaron mediante el tratado secreto con gran parte del territorio. Entonces, el ser uruguayo o ser paraguayo no es una condición. Es una profesión que ahora necesita posgrado. Y tenemos dos grandes vecinos que de tanto que nos quieren, cada vez que nos abrazan nos ponen al borde del paro respiratorio. Entonces tenemos que levantar nuestra posición. Nuestra integración hoy es la Cuenca del Plata, la Hidrovía, la conectividad física. Somos la bisagra de la Cuenca del Sur con nuestras cadenas de ríos y el transporte. Tenemos que entenderlo o terminaremos siendo algo parecido al Peñón de Gibraltar: es el gran tema del desarrollo estratégico.

–Es difícil congeniar con ellos...

–Estos países no tienen amigos. Tienen intereses, y esos intereses van a prevalecer cada vez que nosotros, los países chicos, queramos defender nuestra industria, nuestra empresa o nuestra gente. Ahí es donde yo desarrollo la idea de que la inteligencia molesta. Los países pequeños tenemos que tener propuestas, ideas. Para eso necesitamos Presidentes que no vivan obsesionados con la próxima elección. Alguien debe pensar en la próxima generación...

–Usted que fue ministro de Industria y de Energía en su país, ¿cómo cree que Paraguay debe negociar Itaipú con Brasil, ahora que se acaba la deuda en el 2023? 

–Yo no puedo meterme en los temas internos de cada país pero el Paraguay negoció Yacyretá, el Anexo C, y ahora tiene que negociar Itaipú. Ese no es un tema de energía. Es un tema de diseño y posición estratégica y también de integración. Para mí es inexplicable que las represas bilaterales no puedan exportar energía a un tercer país. Eso no es integración. Acá hay que tener una visión de Estado muy profesional...

–¿Cuál? 

–Que no vaya a ser lo que me dijo un excanciller de Brasil. “Sergio: la integración es así. Es la industria de São Paulo, la agricultura y la minería de Argentina, la energía del Paraguay y el turismo y un poco de ganado del Uruguay”. No señor. No es así. La negociación de la integración es todo. Para Paraguay, Itaipú es muy importante. Obviamente manejará como le parezca, pero esas negociaciones tienen que observarse basados en los intereses del Paraguay...

–¿Por qué los socios y amigos no piensan en lo equitativo y justo? 

–Nunca pensaron así. Les conviene solo si se benefician ellos. Imponen además condiciones...

–¿Es posible que esto derive en extremos como ir a La Haya o someter a arbitraje internacional? 

–Bueno, a nosotros, nuestra socia Cristina Kirchner nos llevó a La Haya y nos bloqueó cuatro años los puentes fronterizos por el tema de las papeleras. Fuimos allá y ganamos. Yo acompañé al Gobierno de Tabaré Vázquez como asesor...

–Y pensar que eran como hermanos siameses, por la ideología.

–El populismo, la corrupción y la ideología argentina tenían un límite. No le íbamos a hacer una concesión. ¿Se acuerda cuando Mujica dijo: “Esta bruja (Cristina) es peor que el tuerto (Néstor Kirchner)”?

–Sí. No se dio cuenta de que el micrófono estaba abierto... 

–De todos modos, Mujica no llegó a defender al país como tenía que hacerlo. Luis Alberto de Herrera tiene una frase muy linda: “Desgraciados los que creen en los sentimentalismos que invocan los grandes vecinos”.

–Lula decía que el progreso de los chicos favorece a los grandes...

–Lo que pasa es que los grandes tienen tantos problemas sociales: la Argentina tiene una enorme fractura social, Brasil también... Ellos van a atender primero sus preocupaciones y no se van a tomar un minuto para decir: “¿Qué hacemos con Paraguay?”. Cuando era canciller en un acto le pregunté al colega: “¿Qué les cuesta hacer unas concesiones a Uruguay y Paraguay?” La respuesta fue: “Sergio, los países grandes son grandes porque tratan duramente a los países grandes pero son mucho más grandes porque tratan más duramente a los países chicos”. Y esa es la realidad. Los grandes son los únicos que tienen la posibilidad de incumplir o de imponer su criterio.

–No hay que despreciar el arbitraje entonces... 

–El derecho es el escudo de los débiles. Es lo que nos defiende. Los fuertes incumplen o imponen la fuerza. Lo que tenemos que hacer es decir: “Señores, donde quieran vamos pero con el derecho en la mano”. Y ahí tienen que entrar profesionales serios y tener apoyo político interno. Son temas que involucran al país. Ese el gran desafío...

holazar@abc.com.py

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