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Desde el último año del siglo antepasado en que, en un paraje guaireño, los operarios ingleses del ferrocarril introdujeron el fútbol en nuestro país y su práctica fuera impulsada por el profesor de instrucción física del Colegio Nacional capitalino, William Paats, la nueva disciplina deportiva fue ganando adeptos en la ciudad de Asunción –donde fueron fundándose los más antiguos clubes– y en las ciudades ubicadas a lo largo de las vías del tren: el “Porvenir” de Ypacaraí, el “Cerro Porteño” de Paraguarí u otras ciudades como Luque, Areguá, Villa Rica, etc.
En las ciudades ubicadas fuera del circuito ferroviario tardó un poco más en llegar la fiebre futbolera.
La pelota en Piribebuy
Dos hermanos piribebuienses de apellido Brítez, Rodolfo y Teófilo, fueron los introductores del fútbol en la ciudad de Piribebuy. Habían conocido y practicado el novedoso deporte, siendo, precisamente, alumnos del Colegio Nacional asunceño.
Concluidos sus estudios, y de regreso a su ciudad, Rodolfo fue contratado para enseñar en la escuela local. De esa manera, promovió el juego de la pelota entre sus alumnos, con una que, justamente, llevó de regreso a su pueblito.
Así empezó la práctica del fútbol en Piribebuy, de la mano de los hermanos Rodolfo y Teófilo Brítez, quienes enseñaron a los chicos y adolescentes las normas de esta disciplina. Corría el año 1911.
En la plaza de la iglesia
Existe en Piribebuy un espacio en el que tuvieron lugar los más importantes acontecimientos de su historia: la plaza de la iglesia. La plaza principal. El ágora por excelencia.
En ese sitio tuvo lugar el terrible genocidio durante la Guerra contra la Triple Alianza. Allí tuvieron lugar las grandes conmemoraciones cívicas de aquel luctuoso suceso y, también, se los vio correr detrás de la pelota a niños y mocetones, dirigidos por los hermanos Brítez, en especial por Teófilo, quien hacía de árbitro y entrenador de los equipos participantes de los cotejos en el improvisado field, como se llamaba al campo deportivo, limitado por sendos y rústicos arcos hechos con caña de castilla, y atados con hojas de cocotero.
Este primer equipo de fútbol piribebuiense –integrado por alumnos de la escuela local y originado en 1911, año del centenario de la emancipación patria– se llamó “Independencia”, en recordación de aquella histórica gesta de mayo de 1811.
Pasaron los años, los chicos fueron creciendo y el fútbol fue relegado por los primeros escarceos amorosos de los núbiles, quienes sustituyeron sus correrías detrás de una pelota por otras correrías, tratando de conquistar la atención y el corazón de las chicas del barrio…
Nace el “12 de Agosto”
El lugar de tertulia vespertina de los lugareños era el antiguamente célebre Hotel Spaini, cuyas ruinas estuvo en pie hasta hace unos años en la esquina frontera norte de la iglesia parroquial.
Había sido fundado por uno de los inmigrantes italianos establecidos en Piribebuy, en las últimas décadas del siglo XIX, juntamente con los Gini, Maffiodo, Castagnino, etc.
Como todo peninsular, don Tranguilo Spaini –don Tranquilo, como le llamaban–, locuaz, dicharachero, vivaz y de trato jovial, reunía alrededor de él a los parroquianos que, al finalizar sus tareas diarias, concurrían al Hotel Spaini a reunirse alrededor de una mesa de ajedrez, tute, póker o bochas y a beber algún aguardiente o fresca cerveza.
En esas reuniones surgió la idea de reflotar la práctica del fútbol, distracción que había ido cayendo en desuso y, desde unos dos años antes, casi no se jugaba.
Algunos de los contertulios de esas calurosas tardes piribebuienses –calor siempre amortiguado por el yvytu vevúi asy que venía de la zona de los arroyos cercanos– eran los jóvenes José Castillo, “Romero vaí”, Rivas, el peluquero del pueblo, entre otros.
La plaza era el lugar en el que los jóvenes jugaban a las bochas y fue al finalizar uno de esos encuentros, ya en ronda de amigos, en una clara noche de principios de enero de 1916 –según recordaba don Remigio Segovia– surgió la idea de reflotar la práctica del fútbol, con tal de ocupar el tiempo de ocio en alguna diversión sana.
Algunos se opusieron, alegando que iban a andar corriendo detrás de una pelota. Aun así, la idea quedó flotando hasta que una tarde el tema volvió al tapete y se decidió la fundación de una entidad que no solo propiciara el deporte, sino la permanente recordación de las efemérides de la rica historia de Piribebuy.
Uno de los más entusiastas promotores de la idea fue Rodolfo Brítez, cuenta Richard Segovia en una obra bibliográfica de próxima aparición.
Así fueron surgiendo varias sugerencias de nombres, hasta que don Juan Bautista Villalba propuso que se llamara “12 de Agosto”, en recordación de la histórica batalla que tuvo lugar en la plaza del pueblo en 1869.
De esa manera se decidió la fundación del club, que inclusive ya tenía su propio nombre. La fecha elegida fue el 1 de marzo de 1916.
Así nació el centenario club “12 de Agosto”, con los objetivos no solo de la práctica deportiva, sino también para honrar con actos especiales la memoria de los soldados, mujeres y niños que cayeron en la Guerra contra la Triple Alianza, “inspirados en nobles ideales patrióticos, deportivos y sociales a fin de llenar una necesidad sentida en esa época en el pueblo de Piribebuy”, como escribiera don Remigio Segovia.
La fundación
El 1 de marzo de 1916, en una asamblea de lugareños en el local del Hotel Spaini, se realizó la fundación del club “12 de Agosto” de Piribebuy. La asamblea la presidió don Alberto Maffiodo Arzamendia y actuó de secretario don Rodolfo Brítez Cañete.
Algunos de los socios fundadores del club fueron los señores Remigio Segovia, Teófilo Brítez Cañete, Genaro Domingo Spaini Macchi, Juan Pablo Barrios, Marcelo Cristaldo, Victoriano Bogado Marín, Luis Ferrario Gini, Germán Flecha Spaini, Marcos Balbuena, Juan Bautista Villalba, Pedro Mártir Ovelar, José del Carmen Bernal y Limpia Concepción Pérez, invitada en su calidad de directora de la escuela.
En el mismo acto se eligió la primera comisión directiva, que estuvo presidida por don Remigio Segovia, a quien acompañaron como vicepresidente, don Alberto Maffiodo Arzamendia; secretario, Rodolfo Brítez Cañete; tesorero, Luis Ferrario Gini; vocales: Juan Pablo Barrios, Pedro Ovelar, Victoriano Bogado Marín, y como “capitán general” –lo que sería el entrenador o director técnico– don Teófilo Brítez Cañete.
La cancha del club
La plaza de la iglesia, como ágora principal, era el sitio de reunión de las actividades sociales de los piribebuienses. Allí estaba la cancha de bochas, allí se hacían los juegos de sortija y las romerías en las fiestas patronales y, también, allí fue instalada la primera cancha de fútbol: la del “12 de Agosto”.
En 1927, a pedido del cura párroco Juan Clímaco Ríos, molesto por los ruidos que ocasionaba la práctica del fútbol en las cercanías del templo, la cancha fue trasladada a orillas del arroyo Piribebuy.
No solo con la pelota
En 1919, en ocasión del cincuentenario de la batalla de Piribebuy, las autoridades del club se abocaron en la conmemoración de aquel hecho heroico y la construcción de un monumento recordatorio de la batalla.
El 2 de febrero de 1919, en un solemne acto con presencia de socios del club y las autoridades del pueblo, se colocó la piedra fundamental para la erección de un monumento recordatorio. El sitio elegido fue la plaza principal, frente a la iglesia.
El 12 de agosto de 1919, en presencia del ministro de Guerra y Marina, coronel Adolfo Chirife; el director de la Escuela Militar, coronel Manlio Schennoni; invitados especiales, excombatientes de la Guerra del 70, representantes de diversas instituciones y delegaciones deportivas, las autoridades del club “12 de Agosto” hicieron entrega solemne al pueblo piribebuiense del monolito recordatorio de la gesta de 1869.
También propiciaron –con el entonces recientemente fundado “Centro Piribebuy” de jóvenes piribebuienses residentes en Asunción– la erección en Piribebuy del monumento a escala de la escultura “El espíritu y la materia”, que en nuestro país fue rebautizada como “La razón vence a la fuerza” y que está actualmente ubicada –desde el 17 de enero de 1925– a la entrada del casco histórico del pueblo.
En fin, esta es –en resumidas cuentas y apretada síntesis– la historia de esta institución deportiva y cultural de importante protagonismo en la historia de la serrana ciudad de Piribebuy y que, en días más, cumple su primer centenario de existencia.
surucua@abc.com.py