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La demanda de electricidad

Las inversiones en infraestructura del sistema eléctrico tienen dos características fundamentales: son multimillonarias y necesitan normalmente de largos tiempos de construcción. Por tanto, se requiere de una rigurosa planificación para que estas obras puedan entrar en servicio en tiempo y forma, y los recursos económicos y financieros puedan ser utilizados de la forma más eficiente posible. Para la planificación de los sistemas eléctricos, el parámetro principal es la demanda de electricidad. Aquí, la demanda máxima de potencia es un indicador clave puesto que representa la mayor exigencia a la que se somete cada año al sistema de suministro (generación, transmisión, distribución).

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Entre 1990 y 2022, la demanda máxima del sistema eléctrico paraguayo se multiplicó por 10 – de 425 MW en 1990 a 4.270 MW en 2022 (Fig. 1). Este comportamiento está relacionado con el crecimiento macroeconómico, sobre todo, desde 2003. Justo esta semana, el 18/12/23, la ANDE informó que en 2023 se alcanzó un nuevo el pico de consumo con 4.744 MW, superando en 474 MW al registro del año anterior. El incremento es significativo y representa más del doble de la capacidad de la Central Hidroeléctrica Acaray (230 MW), propiedad de la ANDE. En la próxima década, esta dinámica puede inclusive acentuarse si se suman otros fenómenos, por ejemplo, con la electrificación del sector industrial y la electromovilidad. Esto es deseable en atención a las implicancias socioeconómicas, e inclusive ambientales, que podría tener en el país.

No obstante, necesitamos comenzar a mirar la otra cara de la moneda: la oferta disponible. Y es que, por primera vez en varias décadas, Paraguay deberá ocuparse no solo de ampliar las líneas de transmisión y distribución, sino también de gestionar las centrales existentes y, sobre todo, construir nuevas centrales de generación.

La materia prima para nuestra generación de electricidad hoy: el agua

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Hoy, el recurso primario principal para nuestra generación de electricidad es el agua del río Paraná (Fig. 2). Datos históricos desde enero de 2009 hasta diciembre de 2021 muestran que existe una fuerte dependencia entre el caudal de agua que llega a la Central Hidroeléctrica Itaipú y su propia generación, que es nuestra principal fuente de electricidad (Fig. 3). Esto quiere decir que, cuando llega suficiente agua, Itaipú está en condiciones de generar inclusive a su máxima capacidad de 14.000 MW. Pero cuando el agua que llega es insuficiente, la producción de Itaipú puede limitarse inclusive a la mitad de su capacidad, como en 2021, durante una prolongada sequía que afectó a toda la cuenca. Esta es una vulnerabilidad de nuestra generación hidroeléctrica ante regímenes hídricos, que puede agravarse en una situación de crecimiento exponencial de la demanda.

La oferta de generación

Según una proyección del comportamiento histórico, la demanda máxima de electricidad estaría superando la capacidad actual de generación en 2033. Para enfrentar esta situación, la ANDE cuenta con un plan de obras para el período 2021-2040 que cubre los segmentos de generación, transmisión, distribución y telemática. No obstante, la implementación de este plan presenta desafíos, comenzando por el financiamiento.

El Plan Maestro de la ANDE tiene un presupuesto inicial de aproximadamente 9.000 millones de dólares, poco más del 20% del actual PIB de Paraguay. Además, existen desafíos tecnológicos. Según estudios, en Paraguay predomina el potencial de generación solar fotovoltaica, de naturaleza intermitente. Se debe prever un esquema para que esta tecnología coexista con la hidroeléctrica brindando seguridad de suministro. Y tal vez esta sea una oportunidad para revisar qué otras tecnologías pueden contribuir a la generación de electricidad de Paraguay: otras hidroeléctricas, grandes baterías para almacenar electricidad, generación a partir del gas natural o inclusive (¿por qué no?) centrales nucleares.

Perspectivas

Hoy, Paraguay permanece entre los países con la mayor producción de hidroelectricidad per cápita a nivel global, que proviene principalmente de sus centrales hidroeléctricas binacionales: Itaipú (compartida con Brasil) y Yacyretá (compartida con Argentina). Como esta oferta supera a la demanda, el país tiene capacidad de exportar energía eléctrica limpia. Sin embargo, en los últimos años la exportación está disminuyendo progresivamente como resultado del crecimiento interno.

Este crecimiento puede ser aún mayor en virtud de la industrialización y la electromovilidad, aún muy incipientes. De hecho, si bien Paraguay cuenta con gran oferta de electricidad, los derivados de petróleo que abastecen al sector transporte siguen siendo determinantes del consumo final de energía de nuestro país. En 2020, la importación de derivados ya superó la exportación de energía eléctrica. Por tanto, expandir y modernizar el sistema eléctrico en la próxima década, incluyendo la gestión de los recursos hídricos y la construcción de nuevas centrales de generación, es crucial no solo para mantener el crecimiento interno, sino también nuestro perfil de exportador de energía eléctrica limpia. En definitiva, se aproximan años emocionantes para el sector energético - el sector que guarda la clave para mantener el crecimiento, el desarrollo y el progreso social de nuestro país, en línea con la Política Energética Nacional.

Demanda

Según una proyección del comportamiento histórico, la demanda máxima de electricidad estaría superando la capacidad actual de generación en 2033.

(*) Investigador, docente universitario y consultor en sistemas de potencia, mercados eléctricos y transición energética. Coordinador del Grupo de Investigación en Sistemas Energéticos (GISE) de la Facultad Politécnica de la UNA (FPUNA).

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