Mindfulness en el aula (1)

En un mundo hiperconectado y sobreestimulado, lograr la concentración y la atención focalizada de los alumnos es, en muchos casos, una misión imposible.

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Mindfulness, literalmente atención o conciencia plena, es una técnica de meditación que se basa en centrar la mente en el momento presente, prestando una atención concreta, sostenida y deliberada. Veamos su repercusión en el ámbito escolar y como innovador método de enseñanza. 

Si bien los estudios con los que se contaba hasta el momento se habían realizado en adultos, hoy estamos en condiciones de afirmar que esta técnica aporta importantes beneficios relacionados con la salud, el bienestar psicológico, las habilidades y competencias sociales, y el rendimiento académico de los niños y adolescentes; incluso, incide de manera positiva sobre el estrés o el burnout de los profesores. Sin duda alguna, las bondades de este método tiene implicancias educativas porque cuando los alumnos mejoran su capacidad atencional y se encuentran más relajados se facilita su aprendizaje.

Los estudios revelan que con la práctica del mindfulness mejoran muchos factores asociados a las llamadas funciones ejecutivas del cerebro, como la atención, la memoria de trabajo, la regulación emocional o la flexibilidad mental; todos ellos imprescindibles tanto para el buen desempeño personal como académico del alumno. Y esto sugiere que la implementación de estos programas deberían iniciarse ya en las primeras etapas educativas, siguiendo un proceso continuo de aprendizaje, evaluación y adaptación de las actividades realizadas para cada edad.

En el caso de los más jóvenes, la mayor plasticidad de su cerebro hace que puedan adaptarse perfectamente a esta práctica, y en un contexto con un sistema educativo basado en el desempeño competitivo la atención plena puede tener muchos beneficios:

• Fomenta la atención, concentración, calma, entre otros.

• Reduce el estrés, la ansiedad y fatiga.

• Influye en la creatividad.

• Facilita la comprensión del mundo interior (autoconsciencia).

Conviene, antes de adentrarnos en esta práctica, desmentir algunos mitos sobre el mindfulness. En primer lugar, no es sinónimo de meditación, esta es el ejercicio para alcanzar la atención plena. En segundo lugar, si bien tiene su origen en la tradición budista se puede decir que ha trascendido la religión para abrirse paso en todas las culturas. También, muy vinculado con el anterior punto, no implica que por realizar mindfulness practiquemos una religión. Por último, al tratarse de niños y adolescentes, hemos de adaptar la práctica a ellos.

En las próximas semanas seguiremos desarrollando este tema con ejemplos para aplicarlos en el aula. No obstante, te adelantamos un ejercicio para que empieces hoy.

Inflar un globo

Con este ejercicio trabajamos la respiración y la conciencia corporal

Decimos al alumno: detente un momento y piensa en tu respiración, ¿cómo es ahora? ¿Recuerdas cómo es cuando estás nervioso o después de correr? Nota cómo el aire entra dentro de tus pulmones y ahora intenta hacer llegar ese aire hasta el estómago, como si quisieras inflar un globo. Intenta que tu respiración sea cada vez más lenta, lenta y profunda. Si te viene a la mente cualquier otra cosa, solo obsérvala y déjala ir… Nota cómo tu cuerpo se llena de energía después de una respiración profunda.

Fuentes: KABAT-ZINN, J. (2013). Mindfulness para principiantes. Kairós.Beneficios del Mindfulness. Aula Planeta. https://bit.ly/2KRm24n

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