Un monumento de fe y heroísmo

El Oratorio de la Virgen de la Asunción y Panteón Nacional de los Héroes es un ícono de la capital paraguaya, que ahora reabre sus puertas y deja entrever la valiosa historia de fe y heroísmo nacional que alberga bajo su cúpula.

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Su estructura soportó el eco de cientos de manifestaciones a lo largo de la historia, los gritos de júbilo de todo tipo de victorias como los de la Albirroja. Esta construcción que sobrevivió a dos guerras y cuya historia vale la pena conocer, fue rehabilitada para el público en general el pasado 10 de agosto, luego de su restauración.

Es de público conocimiento que el nombre de la capital paraguaya fue puesto en honor a “Nuestra Señora de la Asunción” y por ser la patrona de la madre de ciudades, en el año 1863 el Mariscal Francisco Solano López ordenó la construcción de un oratorio para la virgen, tan solo un año después de asumir el poder.

El encargado de diseñar la estructura fue el arquitecto italiano Alejandro Ravizza y el inicio de la obra se llevó a cabo en 1864, trabajo que se vio interrumpido por el estallido de la Guerra contra la Triple Alianza (1865-1870).

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Una vez superado el severo golpe que dejó esta contienda en la menguada población paraguaya, los trabajos se retomaron en 1929, durante el gobierno de José P. Guggiari (1928-1932). Sin embargo, otro enfrentamiento se avecinaba y la obra se suspendió nuevamente, esta vez debido a la Guerra del Chaco.

El edificio recién se terminó en setiembre en 1936 –72 años después– y entonces se envió una expedición a Cerro Corá para buscar los restos del Mariscal López, la cual fue solventada por un ganadero millonario de Concepción, Romualdo Irigoyen, quien también acompañó este menester. Una vez recuperados, los restos del Mariscal fueron llevados a Concepción para una ceremonia religiosa en la residencia de Irigoyen, relata el historiador Fabián Chamorro.

Posteriormente trasladaron los restos en barco desde Concepción, donde los recibió el entonces Presidente provisional, Coronel Rafael Franco (1936-1937), quien encabezó el desfile hasta el Oratorio, el 12 de octubre de ese mismo año. Allí los depositaron al lado del Soldado Desconocido.

El atrio de la virgen que se encuentra en el oratorio fue ideado y dibujado por un arquitecto paraguayo, Miguel Ángel Alfaro Decout. Luego la elaboración del altar se concretó con mano de obra argentina.

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Alfaro fue a estudiar a Italia aproximadamente en 1912, donde más tarde se recibió de arquitecto e ingeniero civil, luego retornó a Asunción para abocarse a su profesión. Diseñó importantes obras como la Escalinata Antequera, la Farmacia El Siervo y una de sus obras más importantes, la Basílica de Caacupé.

“A él también se le debe la inscripción Fides et patria, que significa “Fe y patria”, comenta su nieto el arquitecto Eduardo Alfaro Riera, quien tenía en su poder el dibujo original del atrio y planos antiguos del oratorio.

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Ya en el 2005 hubo primeras alertas de que la estructura estaba un poco deteriorada. En el 2010, la situación del oratorio se veía más crítica con grietas en su cúpula superior, rupturas en el piso y humedad en varios lugares de la estructura.

En el 2011, el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC) hizo una primera intervención pero recién en el 2015 se llevó a cabo la restauración completa y por ende, más compleja.

La arquitecta Ana Butlerov, jefa del Departamento de Parques y Monumentos de la Dirección de Obras Públicas, explicó que en el 2011 se realizó la construcción del canal y drenaje alrededor del perímetro, así como algunas labores de retiro de pintura.

“Durante esos trabajos, mediante un dron, se notó una fisura horizontal de la cúpula, que era un punto más crítico donde nos dimos cuenta de que había peligro de colapso. Ahí es que el MOPC tuvo que hacer un llamado de licitación de urgencia para solucionar ese problema. Se realizaron trabajos de apuntalamiento, consolidación de la cúpula y de la bóveda mayor (2015-2018)”, explicó.

Comentó que los encargados del trabajo trajeron material de Italia, consistente en fibra de carbono y también vinieron algunos profesionales del país europeo para guiar a los trabajadores nacionales en su uso.

Entretanto, los andamios fueron traídos desde Argentina, también con el acompañamiento de especialistas de ese país. La arquitecta aclaró que estos armazones han sido elaborados exclusivamente a medida del monumento.

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El último trabajo que se realizó fue el retiro de pintura, proceso en el cual lograron levantar por lo menos 12 capas. Ahora la estructura quedó con su textura original, que es un simil piedra, según indicó.

Agregó que durante las labores se encontraron en la cripta terminaciones hechas con estuco, una mezcla de polvo de mármol y cal, algo de lo cual no se tenía conocimiento hasta entonces.

Por ende, se repuso esa terminación y ya no se volverá a pintar el edificio, solo se le colocó una protección para que quede como era originalmente. Este trabajo requirió de una inversión total de G. 12.000 millones.

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“Lo que yo siempre resalto es que se trata de un trabajo bastante artesanal. En algunos casos se utiliza el bisturí para sacar las capas de pintura en los lugares en donde hay muchos ornamentos. Lleva tiempo, es un trabajo minucioso y no es una obra cualquiera”, detalló finalmente.

 

El problema con el nombre empezó con el mandato del presidente Coronel Rafael Franco, quien al habilitarlo pasó a llamarlo “Panteón Nacional de los Héroes”, lo cual causó mucha roncha en sectores de la población. Posteriormente, el doctor Félix Paiva le devolvió el nombre de Oratorio de la Virgen de la Asunción y Panteón Nacional de los Héroes.

Durante la dictadura del General Alfredo Stroessner este invirtió el orden de su denominación y pasó a llamarse “Panteón Nacional de Héroes y Oratorio de la Virgen de Asunción”.

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El día en que devolvieron los restos de los héroes patrios al edificio restaurado, las autoridades confundieron a los héroes. Mencionaron y leyeron la historia de Fulgencio Yegros, nombrado como Comandante en Itapúa en la gesta independentista, en mayo de 1811.

Sin embargo, el único héroe de la Independencia Nacional cuyos restos se encuentran en el panteón es su hermano, Antonio Thomás Yegros, quien peleó también en la defensa de Buenos Aires ante la invasión inglesa en 1806 y posteriormente luchó contra las pretensiones porteñas de apropiarse del territorio paraguayo, encabezadas Manuel Belgrano a inicios de 1811, poco antes de nuestra independencia.

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Por otra parte, un decreto del presidente de la República Horacio Cartes lo denominó el pasado 9 de agosto Patrimonio Histórico Nacional. En el documento reza que el nombre del edificio es “Panteón Nacional de Héroes y Oratorio de la Virgen de Asunción”.

Sin embargo, en la placa de la rehabilitación solo dice: “Panteón de los Héroes”. ¿Fue intencional o un error? No lo sabemos, lo cierto es que con este nombre se está obviando la razón histórica por la que fue erigido el monumento, como lo dispuso el mismo Mariscal López.

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Incluso en la homilía del pasado 15 de agosto, fecha de la fundación de la ciudad de Asunción, el arzobispo Edmundo Valenzuela dio a entender que la Iglesia aguarda que en algún momento se de la separación de ambas instituciones y que este patrimonio quede solo como oratorio de la virgen.

“En 1936 se pudo terminar y fue inaugurado el 12 de octubre del mismo año. Desde entonces, la Virgen de la Asunción como madre de todos, acoge a sus hijos heroicos e ilustres en su Oratorio, que sirve secundariamente como Panteón Nacional de los Héroes, esperando que un día el Estado Paraguayo erija un edificio propio en algún lugar significativo de la Costanera de Asunción”, expresó el arzobispo.

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Además del Mariscal Francisco Solano López, el Soldado Desconocido y Antonio Thómas Yegros –ya mencionados en este relato–, se encuentran los restos del General José Eduvigis Díaz, Eligio Ayala, Eusebio Ayala, Bernardino CaballeroEmiliano Rivarola Fernández y niños mártires de Acosta Ñu.

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Pegadas a las paredes se podía divisar anteriormente varias placas de bronce, una al lado de otra, regalo de distintas delegaciones en homenaje a los héroes nacionales. Sin embargo, tras la restauración, las mismas ya no volverán a ese lugar.

“Sacamos las placas para dejar los muros libres como estaban en un principio. Las placas se van a colocar en la sala que está sobre la calle Chile, a la que llamamos sala Chile, con una estructura metálica donde van a poder ser observadas”, explicó la arquitecta Ana Bluterov del MOPC.

En el elegante atrio se puede observar un espacio vacío en el centro, puesto que la imagen de la virgen aún no fue llevada a su sitio. El Padre Óscar González, vicario general de la Arquidiócesis y cura rector de la Catedral Metropolitana, explicó que todavía falta que se culmine algunos trabajos por parte del MOPC.

“Ahora todavía están ahí con varios materiales y no creemos conveniente llevarla así. Calculo que la obra completa será entregada la semana que viene y ahí definiremos cuándo llevaremos a la virgen”, comentó.

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Además explicó que todavía queda por delimitar varias cuestiones. “Tenemos que definir quiénes son los responsables, creo que documentalmente eso no existió antes, pero la definición de patrimonio histórico y la declaración de interés cultural es la vía administrativa para que nos sentemos a ver esos detalles: servicio de aseo, mantenimiento y seguridad, porque es una joya”, manifestó.

“Yo creo que no se puede abrir para tenerlo como antes porque después si no se hace bien el aseo, ocurre lo que ocurrió y eso es muy delicado. Las puertas ahora tienen un lustre y tienen la expresión original, eso es valioso. Esa rajadura creció bastante lo que motivó que se prolongue un año la entrega de la obra y luego cuando iban descubriendo los materiales, iban surgiendo novedades”, indicó.

Referente a la denominación del monumento respondió que antes de poner de nuevo la imagen es un tema que deben conversar con las autoridades. “Es Oratorio de la Virgen, así se construyó, esa era la intención original y luego se cambió”, puntualizó.

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Negocio de flores

Un dato curioso es que durante esos largos años de abandono el primer inmigrante japonés que llegó a Paraguay, un señor de apellido Fukuoka, estableció en el lugar un negocio de venta de todo tipo de flores, según el relato del historiador Fabián Chamorro.

Cambio de imágenes

Según rumores la imagen de la Virgen de la Asunción fue comprada en Nápoles y desde allí vino en el cargamento con otra imagen que correspondía a la virgen de la Merced, esta iba destino a Corrientes (Argentina).

Los referentes consultados para este material coincidieron en conocer vagamente la historia de que los envoltorios que contenían ambas esculturas fueron nombrados erróneamente y la virgen de la Merced fue bajada en nuestra capital y la de Asunción terminó en Corrientes.

Arroyo debajo

La arquitecta Ana Bluterov confirmó que debajo del edificio pasa un curso de agua que va desde el Hotel Guaraní, otra construcción emblemática de Asunción. Esta situación hace exista mayor cantidad de humedad en el sitio.

 

Este patrimonio se mantuvo firme en sus bases durante dos contiendas que hicieron tambalear al Paraguay, pero su valor no solo es arquitectónico sino también histórico. En ese marco, solo a través del conocimiento será posible que las generaciones actuales y posteriores conozcan su importancia, lo defiendan y cuiden, buscando perpetuar su existencia en el acervo cultural de esta nación. 

 

Imágenes: Oscar Lescano y Silvio Rojas.

Edición de video: Mario Silvero.

Infografía: Eduardo Alcaraz.

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