Los motivos detrás de la distracción
1. Mecanismos evolutivos: el cerebro humano evolucionó en entornos donde estar atento a múltiples estímulos podía ser cuestión de vida o muerte.
Aquellos que lograban detectar rápidamente peligros o cambios tenían más probabilidades de sobrevivir. Hoy, este instinto nos juega en contra: cualquier novedad —como el sonido de un mensaje, la vibración del móvil, o un anuncio llamativo— capta nuestra atención automáticamente.
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2. Sobrecarga de información: según un estudio de la Universidad de California en San Diego, una persona recibe en promedio el equivalente a 34 gigabytes de información nueva cada día. El cerebro tiene que filtrar enormes cantidades de datos, y muchas veces, lo hace cambiando de foco una y otra vez.

3. Dopamina y recompensa: al cerebro le encanta lo nuevo porque cada novedad libera dopamina, el neurotransmisor asociado al placer y la recompensa.
Esta búsqueda constante del “premio” nos lleva a preferir tareas inmediatas y gratificantes —como revisar redes sociales— sobre actividades que requieren esfuerzo sostenido.
Estrategias para mejorar el enfoque
1. Eliminá o reducí distracciones externas. Cerrá pestañas y aplicaciones que no sean esenciales para la tarea que estás realizando. Mantené el celular fuera de tu alcance o activá el “modo No Molestar” durante periodos de trabajo intenso.
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2. Aplicá la técnica Pomodoro. Consiste en trabajar durante 25 minutos seguidos y descansar 5 minutos. Repetí este ciclo cuatro veces y, luego, tomá descansos más largos. Esta estrategia ayuda a entrenar la atención y mantener la motivación.

3. Priorizá y planificá tareas. Comenzá el día identificando tres tareas prioritarias y proponete finalizarlas antes que otras actividades. Establecé metas claras y específicas en bloques de tiempo definidos.
4. Practicá la atención plena (mindfulness). Ejercicios simples de respiración o meditación diaria entrenan al cerebro para notar cuándo nos estamos distrayendo y volver suavemente al momento presente.
5. Cuidá tu bienestar físico. Dormir bien, alimentarte de forma equilibrada y hacer ejercicio regularmente tienen un impacto directo en la capacidad de concentración.
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Según el Instituto Nacional de Salud Mental de EE. UU., la falta de sueño afecta negativamente la atención y el procesamiento de la información.
No es simplemente que seas “despistado” por naturaleza; tu cerebro está programado para distraerse ante la sobrecarga de estímulos modernos. Sin embargo, establecer rutinas, cuidar la salud mental y física, y emplear técnicas específicas puede ayudarte a reducir las distracciones y mejorar tu enfoque día a día.
Recordá: aprender a concentrarse no sucede de la noche a la mañana, pero cultivar la atención es posible y trae grandes beneficios tanto en el trabajo como en la vida personal.