¿Es realmente sano usar el bidet?

Bidet de mano.
Bidet de mano.Shutterstock

El bidet, un símbolo de higiene que resurge en el mundo moderno, promete transformar nuestra experiencia en el baño: ¿realmente mejora nuestra salud? Analizamos la evidencia que resalta sus beneficios, riesgos y la tecnología que lo está revolucionando.

El bidet, un clásico en baños de América Latina, vive un renacimiento global impulsado por la comodidad, el interés por la higiene y, en parte, por la irrupción de dispositivos electrónicos que se adaptan al inodoro.

Pero, ¿qué dice la evidencia sobre su impacto en la salud? La respuesta no es binaria: su uso puede aportar beneficios reales, siempre que se haga con técnica adecuada y limpieza regular del equipo. También existen situaciones en las que conviene moderar o evitar su uso.

Qué se sabe hasta ahora

La literatura científica sobre bidets es más limitada de lo que cabría esperar para un hábito tan extendido.

Bidet.
Bidet.

Aun así, estudios observacionales y revisiones clínicas apuntan a dos ideas clave:

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  • La limpieza con agua reduce residuos fecales y, en muchas personas, disminuye la irritación cutánea frente al uso intensivo de papel.
  • Los riesgos se asocian sobre todo a prácticas inadecuadas (chorros muy potentes o dirigidos hacia la vagina, agua excesivamente caliente, boquillas contaminadas) y a poblaciones con factores de riesgo específicos.

Las guías clínicas en dermatología y coloproctología suelen recomendar agua tibia y suave como parte de la higiene perianal en casos de hemorroides, fisuras y dermatitis irritativa, enfatizando evitar jabones fuertes y fricción.

Beneficios potenciales

  • Menos irritación cutánea: el agua tibia limpia sin fricción, útil para piel sensible, eccema o dermatitis por contacto con papel.
  • Apoyo en problemas anorrectales: en hemorroides, fisuras o tras cirugías anorrectales, el lavado suave puede aliviar el ardor, disminuir la suciedad residual y favorecer la comodidad.
  • Higiene posparto y posoperatoria: el agua facilita la limpieza cuando hay puntos, dolor o movilidad limitada.
  • Accesibilidad: para personas mayores, con obesidad o con discapacidad, el bidet o los asientos con ducha integrados pueden mejorar la autonomía y reducir el riesgo de lesiones por torsiones.
  • Menos dependencia de papel: aunque es un beneficio más ambiental que sanitario, también puede reducir irritaciones por toallitas con fragancias o alcohol.

Riesgos y precauciones

  • Infecciones urinarias: en mujeres, dirigir el chorro de atrás hacia delante o emplear mucha presión puede arrastrar bacterias fecales hacia la uretra. La técnica correcta es limpiar de delante hacia atrás y con presión moderada.
  • Contaminación del equipo: las boquillas pueden albergar bacterias si no se limpian con regularidad. Los modelos con autolimpieza ayudan, pero no sustituyen el mantenimiento.
  • Irritación o quemaduras: agua muy caliente y chorros potentes pueden dañar la mucosa perianal. En piel lesionada o inflamada, el riesgo es mayor.
  • Vaginitis o desequilibrio del microbioma: los lavados internos no están recomendados. El bidet es para higiene externa; introducir el chorro en vagina o recto puede alterar el equilibrio local.
  • Agua de mala calidad: en regiones con agua no potable o sistemas con depósitos sucios, el lavado puede introducir contaminantes. Filtros y mantenimiento reducen el riesgo.
  • Dispositivos médicos y condiciones específicas: personas con catéteres, inmunodepresión, inflamación activa severa o heridas abiertas deben consultar a su médico antes de usar bidet.

Cómo usarlo de forma segura

Bidet de mano.
Bidet de mano.
  • Usá agua tibia, no caliente; presión suave y dirigida. Evitá apuntar el chorro directo a la uretra o al interior de vagina o recto.
  • Limpiá de delante hacia atrás. En mujeres, esto ayuda a reducir el riesgo de ITU.
  • Limitá el tiempo: bastan 20–40 segundos. Secar con toalla limpia o papel sin frotar; idealmente, toalla personal de uso exclusivo.
  • Evitá jabones o productos perfumados en la zona perianal; el agua suele ser suficiente.
  • Mantené el equipo: limpiá boquillas y superficies al menos semanalmente (o según fabricante). Revisá y cambiá filtros.
  • Si aparecen ardor persistente, sangrado, mal olor, flujo inusual o infecciones recurrentes, interrumpí el uso y consultá a un profesional.

¿Es más “higiénico” que el papel?

Para la limpieza de residuos, el agua suele ser más eficaz y menos agresiva para la piel que el papel. Sin embargo, “más higiénico” depende de la técnica y del mantenimiento: un bidet sucio o mal utilizado puede ser contraproducente.

En combinación, muchas personas encuentran útil un enjuague suave y un secado posterior con papel o toalla limpia.