La imagen del hilo dental ha oscilado entre imprescindible y prescindible durante la última década. Mientras algunos titulares cuestionaban su eficacia por la falta de estudios de alta calidad, dentistas y periodoncistas insisten: limpiar entre los dientes, con el método adecuado para cada boca, es clave para prevenir caries, gingivitis y enfermedad periodontal.

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Por qué importa el “entre” de los dientes
La placa bacteriana que se acumula en los espacios interdentales es distinta por su entorno protegido: retiene restos de comida, es menos accesible al cepillo convencional y, si no se remueve de forma mecánica, favorece inflamación de encías y desmineralización del esmalte.

Los colutorios pueden ayudar, pero no penetran de forma suficiente ni sustituyen la acción física de “romper” la placa. Por eso, la higiene interdental es el segundo pilar —junto al cepillado— de la prevención oral.
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Lo que sí funciona

- Cepillos interproximales: son pequeños escobillones de distintos diámetros (normalmente identificados por colores) que se introducen suavemente entre los dientes. La literatura científica los sitúa como primera elección cuando el espacio lo permite, especialmente en personas con encías retraídas, restauraciones, implantes o periodontitis. Diversas revisiones sistemáticas han encontrado que reducen placa e inflamación gingival más que el hilo en zonas con espacios abiertos. La clave es escoger el tamaño correcto: demasiado estrecho no limpia; demasiado ancho traumatiza la encía.
- Hilo y cinta dental: siguen siendo útiles, sobre todo en contactos estrechos donde no entra un cepillo interdental, y entre dientes anteriores. La evidencia sobre su impacto aislado en la reducción de caries es heterogénea, en parte por la calidad de los estudios, pero hay consenso en que disminuye el sangrado gingival cuando se usa a diario y con técnica correcta (movimientos de “C” abrazando el diente y deslizamiento suave bajo la línea de la encía). Las cintas planas pueden ser más cómodas en espacios muy ajustados.
- Irrigadores orales: proyectan un chorro pulsátil que desorganiza la placa y arrastra restos. Ensayos clínicos muestran mejoras en sangrado gingival frente al cepillado solo y, en algunos escenarios, similares o superiores al hilo en control de la inflamación. Son especialmente útiles en portadores de ortodoncia, prótesis fijas, implantes y personas con destreza manual limitada. No sustituyen por completo a los dispositivos mecánicos cuando hay depósitos adheridos, pero son un aliado probado.
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Lo que sirve a veces (y cuándo)
- Palillos interdentales de madera o goma: pueden ayudar en espacios triangulares amplios y para desorganizar placa de forma ocasional. Son menos eficaces que los cepillos interproximales y pueden traumatizar si se usan con fuerza o con un tamaño inadecuado. Los modelos de goma son más amables con el tejido.
- Enhebradores y superfloss: diseñados para pasar bajo puentes, barras u ortodoncia, combinan un extremo rígido con una parte esponjosa. Su eficacia depende de la constancia y técnica; son útiles cuando las alternativas no alcanzan esas zonas.
- Cepillos de un solo penacho (single-tuft): no son propiamente interdentales, pero ayudan a limpiar márgenes gingivales, alrededor de brackets y zonas de difícil acceso. Complementan, no sustituyen, al dispositivo interdental.
Lo que no sustituye la limpieza interdental
- Enjuagues bucales: incluso con agentes antisépticos, no reemplazan la remoción mecánica de la placa en los espacios interdentales. Pueden ser coadyuvantes —por ejemplo, en fases agudas de gingivitis—, pero su uso prolongado de clorhexidina debe limitarse por efectos secundarios como manchas y alteraciones del gusto, y siempre bajo indicación profesional.
- Cepillado “a conciencia” solo: por más minucioso que sea, las cerdas del cepillo no penetran de forma eficaz en los contactos interdentales.
- “El chicle después de comer”: los chicles sin azúcar estimulan la saliva y ayudan a neutralizar ácidos, pero no limpian la placa adherida entre dientes.
Cómo elegir bien (y usar sin dañar)

La regla práctica que repiten las sociedades odontológicas es simple: el mejor dispositivo es el que, bien elegido, el paciente usa todos los días sin lesionarse.

Algunas pautas:
- Ajuste y tamaño: en cepillos interproximales, un profesional puede medir tus espacios (norma ISO de colores/diámetros). Deben entrar con ligera resistencia y salir sin enganchar. A menudo se necesitan dos o tres tamaños distintos en una misma boca.
- Técnica suave: nada de serruchar con fuerza. Con hilo, deslizá formando una “C” y limpiá la superficie lateral del diente por arriba y por debajo de la encía. Con interproximales, insertá recto, avanzá y retrocedé una vez; no gires ni fuerces.
- Frecuencia y momento: una vez al día es suficiente para la mayoría. La noche suele ser el mejor momento por la reducción del flujo salival durante el sueño.
- Sustitución: cambiá los cepillos interproximales cuando las cerdas se abren o el alambre se deforma; el hilo, en cada uso; las puntas de irrigador, según recomiende el fabricante (habitualmente cada 3 a 6 meses).
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¿Qué pasa con niños, ortodoncia e implantes?

- Niños y adolescentes: la prioridad es un buen cepillado con pasta dental. El hilo puede introducirse cuando los contactos se cierran, con ayuda de un adulto. Forzar dispositivos en encías inmaduras puede causar daño.
- Brackets y retenedores: irrigadores y enhebradores con superfloss mejoran la limpieza bajo arcos y alrededor de brackets. Los cepillos interproximales cónicos ayudan en los laterales de los brackets.
- Implantes y prótesis: requieren especial atención por la diferente anatomía del tejido periimplantario. Interproximales con filamentos suaves, cintas o superfloss y, en muchos casos, irrigación de baja presión son las herramientas de elección.
Señales de que algo no va bien
Sangrado persistente tras dos semanas de buena técnica, mal aliento que no cede, sensibilidad creciente o movilidad de piezas son motivos para consultar.
El sangrado inicial al comenzar higiene interdental es común y suele disminuir conforme baja la inflamación; si empeora o duele, hay que revisar técnica y elección del dispositivo.
La letra pequeña de la evidencia
Las revisiones científicas más recientes coinciden en dos ideas: la calidad de los estudios varía y la respuesta es individual, pero la limpieza interdental mejora marcadores clave como placa y sangrado gingival frente al cepillado solo.

Los cepillos interproximales muestran ventajas en espacios abiertos; el hilo es útil en contactos estrechos; los irrigadores aportan beneficios en control de la inflamación y adherencia del paciente.
La recomendación de fondo no ha cambiado: escoger la herramienta que mejor se adapte a la anatomía y a la capacidad de cada persona, y usarla a diario.

No hay un “ganador” universal, pero sí perdedores claros: la inacción y los sustitutos que prometen resultados sin remover placa. La higiene interdental eficaz combina elección personalizada, técnica suave y constancia.
Un repaso con tu dentista o higienista para ajustar tamaños y métodos puede marcar la diferencia entre “cumplir” y realmente proteger tus dientes y encías.
