El presbítero Ojeda explicó que desde febrero de este año se han recibido varias notas y reclamos de personas provenientes de distintas ciudades, como Luque y Asunción, quienes relataron que en varias ocasiones son hostigados por supuestos vendedores ambulantes que insisten en ofrecer sus productos dentro de la explanada de la basílica, espacio que debe mantenerse libre para la oración y la cómoda circulación de los visitantes.
“Ya me enviaron notas pidiendo una solución. Hay personas que vienen cada domingo a la misa central y me contaron que a veces hasta son extorsionadas por algunos de estos supuestos vendedores, y eso no lo podemos permitir”, señaló Ojeda.
El diálogo, la primera opción
El rector aclaró que desde la administración del santuario siempre se busca dialogar con respeto a los vendedores ambulantes, recordándoles que está prohibida la venta de productos dentro de la explanada. “Les explicamos que este es un lugar sagrado y que la gente viene a encontrarse con Dios, a rezar, a encender una vela o a participar de misa, y que no corresponde realizar ventas dentro de este espacio”, expresó.
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Trabajo conjunto para ordenar la zona
Ojeda detalló además que la Municipalidad de Caacupé, en conjunto con la Policía de Tránsito y la Policía Nacional, trabaja de forma constante cada fin de semana para organizar a los vendedores formales e informales que rodean al santuario. El objetivo es mantener el orden en la zona sacra y hacer que tanto feligreses como turistas puedan visitar la basílica en un ambiente de tranquilidad y seguridad.
A pesar de los esfuerzos, la situación genera tensiones, ya que los vendedores ambulantes manifiestan su disconformidad. Algunos incluso continúan ingresando al área del santuario con sus mercaderías, alegando que consideran injusto no poder entrar al sitio, especialmente en fechas de alta concurrencia.

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Respeto por un espacio espiritual
Desde la Iglesia Católica se insiste en que la explanada y los alrededores inmediatos de la basílica deben preservarse como espacios destinados a la reflexión, la oración y el recogimiento espiritual, y no a la actividad comercial. “No estamos en contra del trabajo de nadie. Afuera pueden ofrecer sus productos, solo pedimos que se respete la zona sacra”, concluyó el rector.
El problema se mantiene vigente y se prevé que continúe el diálogo con los sectores involucrados, con la esperanza de llegar a acuerdos que permitan garantizar tanto el derecho de los vendedores a trabajar como el de los fieles a vivir su fe en un entorno ordenado y respetuoso.