“Nuestros jueces y fiscales tienen que afrontar situaciones de mucha injusticia porque están en manos de personas con más poder. Pero no se puede tocar el dinero del pueblo, no se puede jugar con los recursos de todos. Hoy eso es lo que más vemos: destruyen instituciones enteras porque buscan solo amistades y privilegios”, afirmó con tristeza el sacerdote, quien encabezó la misa dominical en la capital espiritual.
El religioso también cuestionó el ascenso y privilegios de ministros y altos funcionarios, recordando que la mayoría aumentan sus salarios sin reparo:
“Ahora ya ni se esconden para usar el dinero de nuestra gente. Ya no se pasan las cosas bajo la mesa, ahora lo hacen sobre la mesa, frente a todos. Es una ofensa directa al pueblo”, criticó.
“Ñande corrupto formal, una nación tan grande y tan rica, con gente capacitada e inteligente, sin embargo estamos en el suelo, no estamos al nivel de lo que Dios nos pide”, indicó con pesar.
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Recordó que Paraguay es un país con abundantes recursos y con un pueblo trabajador, pero sometido a los privilegios de unos pocos que usan sus cargos para enriquecerse, dejando a la mayoría en la pobreza y en la desesperanza total.
Cabañas insistió en que la corrupción no se limita a los grandes escándalos políticos, sino que está presente en la vida cotidiana y, en muchos casos, normalizada en la sociedad.
“La injusticia no es solamente que te roben una gallina, la injusticia comienza en nuestra propia cabeza. Cuando dejamos de ser honestos con nuestra familia, con nuestros hijos, cuando privilegiamos intereses egoístas antes que el bien común, ya estamos sembrando la semilla de la corrupción”, expresó.
El presbítero lamentó que la degradación moral haya alcanzado a instituciones públicas, privadas e incluso a sectores de la Iglesia, que hacen que el uso falso del nombre de Dios se utilice como instrumento para prácticas injustas.
“¿Dónde quedó la justicia y la honestidad?”
El mensaje del presbítero en Caacupé tuvo un tono de denuncia frontal y de clamor urgente. Reprochó que muchas autoridades públicas se aferren a amistades, privilegios y negociados en lugar de trabajar por el bien común, destruyendo así la confianza ciudadana en las instituciones.
“¿Dónde quedó la justicia y la honestidad? No podemos seguir con la cultura del descarte. Paraguay necesita levantar la mirada sin miedo y construir una nación distinta, más justa y solidaria”, mencionó, resaltando que la voz de la Iglesia interpela con fuerza y que la paciencia del pueblo ya no es infinita.
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El Jubileo como oportunidad de cambio
El sacerdote recordó que este 2025 la Iglesia celebra el Año Jubilar, que significa “borrón y cuenta nueva”. Llamó a la ciudadanía a aprovechar este tiempo para un examen profundo de conciencia y dejar atrás la corrupción, la avaricia y el egoísmo.
“Hoy necesitamos justicia para con nuestra propia nación, justicia para con los héroes que lucharon por esta tierra para que seamos libres e independientes. La justicia no puede ser un privilegio de unos pocos. Debe ser el camino de todos”, remarcó.
Ausencia de monseñor Valenzuela genera preocupación
Un detalle que llamó la atención durante la celebración fue la ausencia del monseñor Ricardo Valenzuela, obispo de Caacupé, quien desde hace varios domingos no participa de las misas en el santuario. Si bien recientemente había atravesado una fuerte gripe que lo obligó a guardar reposo, posteriormente volvió a oficiar celebraciones, pero más tarde volvió a ausentarse sin explicaciones claras. La falta de su presencia comienza a preocupar a los fieles, quienes esperan respuestas oficiales. Desde la secretaría de la Diócesis no brindaron información sobre los motivos de su ausencia.
Masiva concurrencia de fieles
Como es habitual, la Basílica de Caacupé volvió a reunir a una multitud de fieles, que desde tempranas horas de la mañana llegaron hasta el santuario para participar de la misa dominical. Familias enteras, peregrinos de diferentes puntos del país y devotos de la Virgen de los Milagros colmaron tanto el interior del templo como la explanada, en un ambiente de profunda fe y recogimiento.
La concurrencia masiva reflejó una vez más la centralidad de Caacupé como punto de encuentro espiritual del Paraguay y el interés de la ciudadanía en escuchar los mensajes que se transmiten desde el altar. Más allá de la dureza de las críticas a la corrupción, el clima fue de fervor religioso, de cantos y oraciones comunitarias, donde muchos aprovecharon también para encomendar sus intenciones personales y familiares a la Virgen.
La gran participación reafirma que, a pesar de las dificultades sociales y económicas, la fe sigue siendo un motor de esperanza para miles de paraguayos que encuentran en Caacupé un espacio de consuelo y fortaleza espiritual.


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