“Servir sin esperar nada a cambio”, el mensaje del obispo Valenzuela en la misa central de Caacupé

CAACUPÉ. En un contexto social marcado por el individualismo, la indiferencia y las crisis que atraviesan a muchas familias paraguayas, el obispo diocesano monseñor Ricardo Valenzuela llamó a los fieles a fortalecer su fe y a recuperar el valor del servicio humilde y gratuito. El mensaje fue pronunciado durante la misa central celebrada en la Basílica Menor de Caacupé, que una vez más congregó a una multitud de devotos en el principal santuario mariano del país.

Monseñor Ricardo Valenzuela presidió la misa central en Caacupé y habló sobre la importancia de servir sin esperar nada a cambio, con humildad y entrega sincera.
Monseñor Ricardo Valenzuela presidió la misa central en Caacupé y habló sobre la importancia de servir sin esperar nada a cambio, con humildad y entrega sincera.

Monseñor Valenzuela centró su reflexión en el Evangelio del día, cuando los apóstoles le dicen a Jesús: “Auméntanos la fe”.

“Hay que servir sin esperar nada a cambio. Hay hombres y mujeres que, por llevar el Evangelio, han superado todo tipo de obstáculos y han entregado verdaderamente su vida. Ser cristiano de verdad significa servir al prójimo con humildad, en un servicio gratuito y generoso, nunca a medias, sino entero”, enfatizó.

“El Evangelio que hemos escuchado hoy es urgente para este tiempo que nos toca vivir, tan difícil. También nosotros podemos hacer nuestra esta invocación al Señor Jesús: auméntanos la fe. Nuestra fe hoy es pequeña, débil, frágil, pero esto mismo le ofrecemos al Señor para que la haga crecer”, expresó con voz pausada, mirando al altar y luego al pueblo que lo escuchaba atentamente.

Pidió además rezar por los enfermos, los misioneros y por todos los que enfrentan dificultades, recordando que muchos sirven en silencio, sin reconocimiento ni recompensa.

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El obispo también alertó sobre los peligros de la comodidad y la pereza espiritual, que según dijo alejan al creyente del verdadero sentido del Evangelio.

“Un cristiano que recibió el don del bautismo pero no lo lleva al servicio de los demás seguramente llevará una vida triste. Cuando nos alejamos del servicio por comodidad, dejamos de vivir el Evangelio”, sostuvo, en alusión a la fe que muchas veces se practica solo de palabra y no con hechos.

Citó además las palabras de Jesús: “Si tuvieran fe como un granito de mostaza…”, para recordar que una fe sincera, aunque pequeña, puede mover montañas.

Como cada domingo, la explanada de la basílica estuvo colmada de fieles y visitantes.
Como cada domingo, la explanada de la basílica estuvo colmada de fieles y visitantes.

“La fe poderosa nace de la entrega total. Pero cuando buscamos solo lo que nos conviene, cuando esperamos siempre una recompensa, esa fe se debilita”, reflexionó.

No cobrar gestos de solidaridad

Con tono firme, Valenzuela cuestionó la tendencia actual de querer cobrarlo todo, incluso los gestos de solidaridad.

“Cuando hayan hecho lo que debían hacer, simplemente digan: somos siervos útiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer. Que el servicio sea siempre gratuito, sin esperar nada a cambio. Hoy todo queremos cobrar, incluso un vaso con agua. Eso nos aleja del verdadero espíritu del servicio”, expresó, arrancando asentimientos entre los presentes.

El prelado insistió en que la verdadera fe se demuestra sirviendo, no buscando protagonismo ni beneficios personales. “La pereza nos aleja del servicio y nos lleva al egoísmo”, dijo, pidiendo a los fieles mantener la humildad y la esperanza.

“El Señor vendrá a nuestro encuentro; y ojalá nos encuentre en actitud de servicio, con humildad y esperanza. Si Dios te deja caminar sobre las aguas tempestuosas de la adversidad, no temas: Dios está contigo”, concluyó.

Importante concurrencia de fieles

Desde muy temprano, los feligreses comenzaron a llegar al templo con rosarios en la mano, otros en silencio y con emoción, cumpliendo promesas o agradeciendo favores recibidos.

Como cada domingo entre rezos, cantos y el repique de campanas, la ciudad espiritual del país se convierte en el corazón de la fe católica paraguaya.

Las familias acudieron con sus rosarios en mano, compartiendo momentos de oración y recogimiento.
Las familias acudieron con sus rosarios en mano, compartiendo momentos de oración y recogimiento.

La ceremonia fue acompañada por el Coro Permanente de la Basílica, que con voces suaves y melodías tradicionales llenó el templo de un ambiente de alegría y esperanza.

La misa central en la Basílica de Caacupé volvió a dejar una enseñanza simple pero contundente: la fe no se mide por las palabras, sino por los actos.

En tiempos donde la indiferencia, la corrupción y la búsqueda de intereses personales parecen imponerse, el llamado del obispo Valenzuela resonó como un recordatorio para todos: servir sin esperar nada a cambio es el camino más auténtico hacia Dios y hacia los demás.

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