En los últimos años, Paraguay ha visto florecer una generación de emprendedores con ideas innovadoras y una energía transformadora; sin embargo, el mayor reto que enfrentan no está solamente en crear un producto o servicio competitivo, sino en sostenerse y crecer en un entorno complejo, marcado por la informalidad. Según un reciente boletín informativo del Ministerio de Industria y Comercio (MIC), existen casi un millón de unidades económicas mipymes operando en Paraguay, de las cuales solo 450.167 están formalizadas; es decir, cuentan al menos con el RUC. A esto se le suman las limitaciones de acceso a financiamiento y la escasez de espacios de apoyo real.
Con más de 10 años trabajando en el ámbito gremial —y como directora ejecutiva hace 3 años de la Asepy—, lo he comprobado de primera mano: cuando los emprendedores se unen, las barreras se vuelven más pequeñas y las oportunidades más grandes. Nuestra comunidad, que hoy integra a más de 7.500 emprendedores de todo el país, se fortalece no solo con números, sino con vínculos a través de los muchos beneficios de formar parte de Asepy: mentorías, networking, capacitaciones, asesorías, informaciones de calidad y, sobre todo, acuerdos que nacen del propio intercambio entre pares.
El desafío ahora es ampliar esta red de apoyo a todos los rincones del país. Necesitamos que más emprendedores sientan que tienen un lugar donde ser escuchados, acompañados y representados. El gremialismo no es un lujo, es una necesidad: juntos podemos negociar mejores condiciones, incidir en políticas públicas y, sobre todo, compartir experiencias que acortan la curva de aprendizaje.
En Paraguay, cada vez son más los emprendedores que deciden dar el salto de trabajar solos a formar parte de espacios colectivos. Esta decisión, que a simple vista parece pequeña, tiene un valor enorme: implica comprender que el éxito de un emprendimiento no depende solo del talento individual, sino también de la fuerza de la comunidad que lo rodea.
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La cultura del gremialismo es precisamente reconocerse como parte de un ecosistema más amplio, donde el apoyo mutuo, las conexiones y la representatividad generan oportunidades que serían imposibles de alcanzar en soledad.
Lo importante es entender que el gremialismo no debe medirse solo en términos monetarios inmediatos. Agremiarse es una apuesta a largo plazo. Es participar en una comunidad donde circula la información, donde surgen alianzas estratégicas y donde se crean lazos que fortalecen a la persona y al emprendimiento.
Muchas veces, un contacto hecho en un evento, una recomendación entre socios o una capacitación gratuita pueden abrir más puertas que cualquier retorno financiero directo. Esa es la riqueza silenciosa del gremialismo: amplía horizontes, acelera aprendizajes y coloca al emprendedor en un lugar de mayor visibilidad dentro del ecosistema empresarial.
Nuestro desafío como país es consolidar esta cultura, para que cada vez más emprendedores vean el valor de estar conectados, de compartir experiencias y de apoyarse en gremios sólidos. Porque cuando una comunidad se fortalece, cada uno de sus miembros también crece.
La verdadera ganancia de agremiarse está en el capital social que se construye: relaciones, oportunidades y confianza. En un entorno empresarial como el paraguayo, donde las mipymes representan el motor de la economía, esa unión es clave para transformarnos en un sector más competitivo, innovador y sostenible.
*Directora ejecutiva de la Asociación de Emprendedores del Paraguay (Asepy).