El regreso de Villarrica al mapa productivo nacional

El dinamismo comercial de Villarrica es hoy una de sus cartas de presentación más fuertes.
El dinamismo comercial de Villarrica es hoy una de sus cartas de presentación más fuertes.

La capital del Guairá atraviesa actualmente un proceso de transformación que la posiciona nuevamente como motor productivo del interior. El dinamismo de sus universidades, la llegada de grandes marcas, la instalación de nuevas industrias y el respaldo institucional impulsan a la ciudad hacia un modelo de desarrollo diversificado, con impacto regional y proyección nacional.

Luego de mucho tiempo, hoy Villarrica se posiciona nuevamente en el mapa económico del país. Tras haber atravesado décadas de estancamiento industrial y migración de talentos hacia Asunción, la capital del Guairá comienza a vivir un ciclo distinto, marcado por la llegada de inversiones, la diversificación de sus actividades productivas y un ambiente institucional que busca sostener el crecimiento.

De ciudad universitaria y comercial, Villarrica está pasando a transformarse en un espacio donde confluyen educación, comercio, servicios y nuevas industrias, generando un entramado que proyecta impacto no solo en su territorio, sino también en ciudades vecinas. Alrededor de los últimos cinco años, la localidad ha visto cómo la instalación de franquicias nacionales e internacionales, la apertura de emprendimientos gastronómicos y la consolidación de su rol académico dieron paso a una etapa que ahora se complementa con proyectos fabriles y de infraestructura.

En este escenario, que trae consigo desafíos y oportunidades, Villarrica avanza para convertirse en un polo productivo del centro-sur paraguayo, con una base diversificada que combina mucha historia, capital humano, dinamismo comercial y una renovada visión industrial.

Después de San Lorenzo, Villarrica se posiciona como la segunda capital de la educación terciaria, recibiendo a miles de jóvenes que llegan no solo desde todo Guairá, sino también de departamentos vecinos.
Después de San Lorenzo, Villarrica se posiciona como la segunda capital de la educación terciaria, recibiendo a miles de jóvenes que llegan no solo desde todo Guairá, sino también de departamentos vecinos.

Una ciudad en perspectiva histórica y económica

La historia de Villarrica está marcada por ciclos de auge y retroceso económico. Durante gran parte del siglo XX, la ciudad se consolidó como un centro industrial y agroproductivo, con ingenios azucareros, molinos arroceros, yerbateras, hilanderías y fábricas que daban empleo a cientos de familias. Este dinamismo productivo convirtió a la capital guaireña en un punto de referencia del interior, con fuerte identidad cultural y proyección económica en aquella época.

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Sin embargo, en las últimas décadas muchos de esos motores se apagaron. La crisis de los ingenios azucareros y el cierre de plantas tradicionales redujeron drásticamente la capacidad productiva. El tejido económico se replegó hacia actividades más pequeñas u otras zonas, y el peso de la ciudad pasó a sostenerse en el comercio minorista y en la creciente población estudiantil atraída por sus universidades. Ya para 2013, aproximadamente, buena parte del ingreso de las familias locales dependía del alquiler de viviendas a estudiantes y del consumo que generaba este segmento, lo que transformó a Villarrica en una suerte de “ciudad universitaria” antes que en un polo industrial.

No obstante, en los últimos cinco años la tendencia comenzó a revertirse. Con la llegada de nuevas marcas nacionales e internacionales, proyectos fabriles en marcha y planes de infraestructura estratégica, Villarrica se reposiciona como un centro económico diversificado, capaz de integrar su pasado industrial con los nuevos motores de desarrollo. Este giro abre un escenario distinto, pasando de la dependencia de un solo sector hacia la consolidación de una base múltiple y más resiliente.

Educación superior como motor económico

Bien es sabido que uno de los pilares más visibles del desarrollo villarriqueño en los últimos años es su consolidación como centro académico del interior del país. Después de San Lorenzo, Villarrica se posiciona como la segunda capital de la educación terciaria, recibiendo a miles de jóvenes que llegan no solo desde todo Guairá, sino también de departamentos vecinos como Caazapá y Caaguazú, e incluso desde Brasil.

La presencia de casas de estudio como la Universidad Nacional de Villarrica del Espíritu Santo (Unves), la Universidad Católica, Unisal, Uninorte, la UTCD y varios institutos de formación técnica, ha generado un fenómeno de población flotante que dinamiza prácticamente todos los sectores de la ciudad. Cada ciclo académico se traduce en una inyección de consumo: desde el alquiler de viviendas y residencias estudiantiles hasta la expansión de librerías, restaurantes, transporte y entretenimiento.

De esta forma se observa un impacto económico tangible. La creciente demanda habitacional disparó un boom inmobiliario, con inversionistas locales que levantan edificios de uso mixto, es decir, plantas bajas dedicadas a locales comerciales y pisos superiores ocupados por departamentos. A esto se suma la contratación de mano de obra en la construcción, lo que multiplica el efecto en la generación de empleo.

Más allá del movimiento económico inmediato, la concentración universitaria representa un activo estratégico de capital humano. La formación de profesionales y técnicos en distintas áreas ofrece a las empresas locales y aledañas la posibilidad de acceder a talento calificado sin necesidad de migrar a la capital. En un contexto de reindustrialización incipiente, este factor puede convertirse en una ventaja competitiva para Villarrica.

Villarrica también capitaliza su perfil como cuna de poetas e intelectuales, con museos, bibliotecas y espacios culturales que atraen a visitantes interesados en su patrimonio.
Villarrica también capitaliza su perfil como cuna de poetas e intelectuales, con museos, bibliotecas y espacios culturales que atraen a visitantes interesados en su patrimonio.

Comercio, servicios y marcas

Por otra parte, el dinamismo comercial de Villarrica es hoy una de sus cartas de presentación más fuertes. En apenas un lustro, la ciudad pasó de tener un ecosistema basado en negocios familiares a atraer a grandes cadenas nacionales e internacionales, validando su potencial de consumo. Supermercados como Superseis, franquicias de comida rápida como Burger King y concesionarias como Toyotoshi ya forman parte del paisaje urbano, acompañados por distribuidores de electrodomésticos y motocicletas de firmas como Chacomer.

Es importante comprender que la llegada de estas marcas refleja mayor confianza en el mercado local y crea un nuevo estándar de competencia y empleo. En este sentido, el sector comercial también se prepara para dar un salto cualitativo con la construcción del primer shopping center de la ciudad, que incluye la reapertura de salas de cine después de tres décadas de ausencia. Esta obra, estimada en más de US$ 3 millones y ya en su cuarta etapa luego de varios años, no solo ampliará la oferta de consumo, sino que se convertirá en un punto de encuentro para la región.

Al mismo tiempo, la gastronomía ha tomado impulso con más de 50 locales concentrados en el Boulevard Bicentenario, que ofrecen desde comida rápida hasta propuestas gourmet. Este fenómeno convierte a Villarrica en un atractivo para consumidores de distritos vecinos, reforzando su papel como hub de servicios y comercio en el centro-sur del país.

Turismo y cultura con impacto económico

El turismo cultural y de eventos se ha convertido en otro de los motores que sostienen la economía villarriqueña. Cada año, la ciudad recibe a miles de visitantes durante el Carnaval de Villarrica o Guaireño y el Festival de la Raza, celebraciones que no solo refuerzan la identidad local, sino que generan un fuerte impacto económico en hotelería, gastronomía y transporte. En estas fechas, la capacidad de alojamiento suele resultar insuficiente, lo que ha incentivado nuevas inversiones en posadas, hostales y hoteles, con tarifas que van desde los G. 50.000 hasta los G. 500.000 por noche, abarcando un abanico diverso de turistas.

En contraste, y más allá de los eventos masivos, Villarrica también capitaliza su perfil como cuna de poetas e intelectuales, con museos, bibliotecas y espacios culturales que atraen a visitantes interesados en su patrimonio. A esto se suman los recursos naturales de la cordillera del Ybytyruzú, donde se destacan el cerro Tres Kandu y el Parque Manuel Ortiz Guerrero, que complementan la oferta de naturaleza y esparcimiento.

En conjunto, estas actividades refuerzan la circulación de ingresos en comercios, restaurantes y servicios, consolidando al turismo como un sector que, aunque aún incipiente en comparación con Asunción o Encarnación, aporta dinamismo al tejido económico de la ciudad y genera oportunidades para emprendedores locales.

Nueva industrialización e inversiones productivas

Este renacer económico encuentra en la industrialización uno de sus pilares más prometedores. El caso emblemático es la instalación de Guairá Textil, la primera planta industrial textil del departamento, inaugurada hace algunos meses con capital brasileño. El proyecto arrancó con la producción de indumentaria deportiva destinada al mercado de exportación, principalmente Brasil, y genera alrededor de 300 empleos directos y 500 indirectos, con mano de obra casi íntegramente local.

La diversificación no se detiene ahí. En Villarrica operan también pequeñas y medianas industrias de alimentos, bebidas y muebles, además de distribuidoras regionales de productos de cooperativas y multinacionales, lo que refuerza su rol como nodo logístico. A este ecosistema se suman los planes de instalación de un Parque Industrial en Mbocayaty anunciado hace un par de años, sobre un terreno municipal con apoyo del Ministerio de Industria y Comercio (MIC).

En paralelo, la gobernación también impulsa la reactivación agroindustrial. “Firmamos un importante convenio con la Asociación de Cañicultores de Mauricio José Troche, con el objetivo de coordinar acciones de cooperación interinstitucional que permitan fortalecer al sector cañicultor de nuestro querido departamento de Guairá”, expresó el gobernador César Sosa, a través de sus redes sociales.

Fortalezas, desafíos y visión de futuro

Desde otro punto de vista, el crecimiento de Villarrica no se sostiene solo con la llegada de nuevas marcas o industrias, también responde a un marco institucional que busca impulsar oportunidades y fortalecer al tejido económico local.

En su último informe de gestión en agosto, el gobernador Sosa destacó el alcance de los programas sociales y de apoyo al emprendedurismo: “De 6.000 pasamos a 10.291 familias con programas de protección social, con una inversión mensual de G. 2.280 millones que lleva tranquilidad y esperanza a miles de hogares. Además, entregamos 157 Capital Semilla en cinco distritos, una inversión de G. 628 millones destinada a dar oportunidades reales para que nuestras familias puedan emprender, crecer y soñar con un futuro mejor”.

El respaldo al sector productivo se complementa con una visión integradora. Durante el lanzamiento de la Expo Guairá 2025, Sosa resaltó que “la Expo es mucho más que una exposición, es un espacio donde se unen la producción, la industria, el comercio, la ganadería y la innovación. Representa la fuerza del trabajo de nuestra gente y las oportunidades que Guairá ofrece al país”. Estas expresiones también sintetizan la apuesta por proyectar a Villarrica como nodo económico regional.

Entre las fortalezas que sustentan esta proyección destacan el peso de la educación superior como generador de capital humano, la ubicación estratégica en el centro del país, la provisión diferenciada de energía por parte de Clyfsa y la diversificación del comercio y servicios. A esto se suma un clima de articulación público-privada que facilita la llegada de inversiones.

Pero los desafíos no son menores. Para consolidar su perfil productivo, Villarrica debe garantizar que la industrialización sea sostenida y diversificada, mejorar la infraestructura vial y de alojamiento, reactivar agroindustrias tradicionales y ofrecer empleos de calidad para retener un mayor volumen de sus jóvenes profesionales.