Paraguay cuenta con aproximadamente 13 millones de cabezas de ganado, distribuidas casi a la par entre la región Occidental y la Oriental, aunque con un leve predominio en la zona occidental. “La ganadería paraguaya ha evolucionado en genética”, señaló Apodaca, destacando que la calidad impacta directamente en la productividad, acelerando el crecimiento de los terneros y la entrada temprana de las hembras en el ciclo reproductivo.
En los machos, esta mejora genética permite que gran parte del ganado llegue a los frigoríficos entre los 24 y 30 meses, un indicador de eficiencia productiva que posiciona al país favorablemente en el mercado.
70% de taza de preñez en grandes productores
El hato paraguayo se puede dividir en dos sectores: los grandes productores y los pequeños. Mientras que los grandes concentran el 80% del ganado y alcanzan tasas de preñez superiores al 70%, los pequeños productores presentan cifras más bajas, cercanas al 45%.
El ganado paraguayo también ha enfrentado desafíos importantes en los últimos años. De acuerdo al vicepresidente de la ARP y presidente de la Fundassa, la disminución del hato se debió principalmente a sequías, inundaciones e incendios, además de precios bajos que obligaron a los productores a vender vacas preñadas. Se estima que la merma promedio fue de más de 300.000 cabezas al año, según Apodaca.
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Sin embargo, hay signos de recuperación: los precios en 2025 se mantienen altos, lo que incentiva nuevamente la inversión en genética y retención de hembras para mejorar la productividad futura.

Genética y alimentación clave para repoblar
El experto destacó que, más allá de la genética, la alimentación es determinante. Las prácticas como el uso de henos y ensilajes han permitido que los productores mantengan la producción, incluso, en épocas de escasez de pasto, reduciendo riesgos y mejorando la eficiencia.
Para Paraguay, aumentar el hato no solo implica más cabezas de ganado, sino mejorar la calidad productiva; es decir, animales que alcancen mayor peso y menor edad de terminación, optimizando la producción de carne y la eficiencia de exportación. “Con buen clima y precios favorables, el productor invierte, retiene hembras y mejora la genética, lo que garantiza un crecimiento sostenido del sector”, explicó.
Este año, según Apodaca, la situación climática ha sido favorable, sin sequías ni inundaciones significativas, y con precios al alza, lo que ha generado récord en faenamiento y movimiento de ganado.
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El objetivo es claro: mantener y aumentar la cantidad de ganado, pero también asegurar calidad para exportación, lo que permitirá consolidar la posición del país en mercados exigentes y abrir nuevas oportunidades. “Si el productor ve previsibilidad en precios y clima, invierte y mejora la genética, y eso se traduce en ganado más productivo y rentable”, sostiene Apodaca.
Repoblar con calidad
Por su parte, el Dr. Mustafá Yambay, presidente de la Asociación Paraguaya de Criadores de Braford, advirtió que Paraguay enfrenta un punto de inflexión en su ganadería. La caída sostenida del hato, la baja productividad y la presión climática y de mercado obligan a repensar estrategias urgentes de reposición, pero con una visión de calidad y sostenibilidad.
Yambay indicó que la liquidación de vientres forzada por la sequía, la presión de faena para cumplir con exportaciones, la inestabilidad de precios y altos costos de producción conforman un escenario complejo. A esto se suman problemas sanitarios y de manejo extensivo que reducen los índices reproductivos.
Inseminación artificial
La inseminación artificial se posiciona como una herramienta clave para acelerar la mejora genética, homogeneizar progenies y aumentar índices de preñez. Según Yambay, cuando se combina con un adecuado manejo nutricional y sanitario, “la inseminación artificial permite repoblar con calidad y eficiencia, trayendo genética probada sin necesidad de trasladar animales”.
El titular de Braford planteó un paquete de acciones conjuntas: reposición genética coordinada mediante inseminación y selección por desempeño, campañas sanitarias y vacunaciones calendarizadas con financiamiento y control, asistencia técnica en nutrición, manejo de pasturas y reproducción, incentivos financieros para retener vientres, como créditos blandos y fondos rotatorios y trazabilidad y certificaciones sanitarias que abran mercados premium.
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Recordó que la menor oferta nacional puede limitar el cumplimiento de contratos de exportación y reducir la participación en mercados tradicionales. “Repoblar con calidad no es solo un desafío productivo, sino también una estrategia de política exterior comercial”, subrayó.
Igualmente, considera que este año se marcará un punto de inflexión. “Si hay previsibilidad, inversión y programas de retención, podemos consolidar la recuperación. De lo contrario, la contracción del stock se profundizará”, subrayó.
Con la mirada puesta en la resiliencia climática y la innovación productiva, la ganadería paraguaya enfrenta el reto de asegurar su futuro competitivo en los mercados globales, concluyó.