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Ya ni hablemos de las inversiones que necesita la empresa para aumentar su eficiencia y niveles de recaudación, por lo que en el horizonte solo se vislumbra la posibilidad de que los números sean cada vez más rojos hasta que colapse administrativamente.
Con este escenario, la única posibilidad de seguir trabajando es que alguien subsidie esa brecha, aunque usted sabe que esa no suele ser la lógica en empresas sanas.
Repentinamente el dueño de la empresa le dice sin embargo que no se preocupe, que lo va a liberar de tener que pagarle los salarios a mil o dos mil trabajadores que ya no son necesarios debido al limitado funcionamiento de la firma, y que piensa colocar a esos mil o dos mil en otras organizaciones que tiene a su cargo.
Sería el sueño de cualquier administrador en problemas, y aunque el ejemplo parece ficticio, es sin embargo real.
Es que si la ley del Presupuesto General de la Nación (PGN) se aprueba tal cual salió de la Cámara de Senadores, el Estado podrá incorporar a mil, dos mil, o más de dos mil nuevos funcionarios que no pasarán por concurso alguno.
Es lo que dispone uno de los artículos aprobados en la ley de Presupuesto, que autoriza a trasladar definitivamente a los empleados de la Compañía Paraguaya de Comunicaciones (COPACO) a diferentes instituciones del Estado.
El artículo establece que dicho traslado tendrá carácter excepcional al concurso que es obligatorio para ingresar a la función pública y que los empleados trasladados gozarán de la misma antigüedad, régimen de jubilación y demás derechos adquiridos, y las funciones que se les asignen deberán estar en conformidad con el perfil de cada funcionario.
Es la salida que propone el Poder Ejecutivo para este modelo híbrido de sociedad anónima de propiedad estatal (?) que hoy solo ya recauda para pagar salarios con retrasos, y a la que espera un futuro aún más decadente si no existe un modelo de inversión y un saneamiento administrativo.
Es inevitable recordar entonces lo que ocurría hace un cuarto de siglo, cuando con el pomposo nombre de proyecto de Reforma del Estado creaban la Secretaría Nacional de la Reforma.
Los dos primeros proyectos de aquel entonces eran de apertura al capital privado de las empresas estatales Antelco y Corposana, transformándolas en sociedades anónimas bautizadas como COPACO y ESSAP respectivamente, para convertirlas en modelos híbridos de empresas privadas, de propiedad del Estado, pero con un régimen laboral que siguió siendo similar al del resto de los funcionarios.
En medio de movilizaciones que cuestionaban la “venta de las joyas de la abuela”, y de denuncias de corrupción contra la nueva secretaría, ambos proyectos, como era lógico de suponer, quedaron en la nada en aquel entonces, por lo que la secretaría fue eliminada un par de años más tarde, y ya nadie más retomó el verdadero problema de fondo.
Sucesivas malas administraciones, denuncias de casos de corrupción y falta de inversiones, llevan a que hoy la idea sea desprenderse primero de la mayoría de los empleados, para luego proponer un modelo de negocios.
Y es la ironía del destino la que hace que que sea el último ministro de la Reforma de aquel entonces, Óscar Stark, el mismo quien hoy solicite este salvataje al Estado, ya desde su carácter de presidente de Copaco.
Con ello le cargarán todo ese pasivo al presupuesto público de forma automática, con lo que habrá que recaudar más para hacer frente a ese nuevo compromiso, liberando a la empresa privada de propiedad del estado paraguayo de esos pagos, para alivianar sus números y buscar algún modelo de negocios que la haga viable.