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Una cercanía que comenzó geográficamente y que trascendió hace décadas la simple relación de vecindad, para meterse al corazón mismo de las villas en las que viven decenas de miles de paraguayos en Argentina.
Desde allí el obispo Bergoglio fue construyendo una relación de afecto y projimidad -proximidad- con nuestro pueblo, al que constantemente destacó en varios momentos de su vida.
Desde la calificación de la más gloriosa hacia la mujer paraguaya, por su invaluable espíritu para reconstruir el país tras la masacre de la Guerra contra la Triple Alianza, hasta colocar como ejemplo de fe a un paraguayo, por esa devoción mariana que también profesaba personalmente.
Fue también paraguaya de formación una mujer fundamental en su vida, Esther Ballestrino, a la que Francisco consideró como una persona fundamental en su vida para que le enseñase en un laboratorio sobre el rigor de los procedimientos en todo lo que uno haga e introducirlo al mundo de las ideas políticas y de la concepción de la sociedad.
Fue este Papa quien también nombró al primer cardenal paraguayo, Adalberto Martínez, y quien por extensión nos dejó a un segundo cardenal, Cristóbal López, español de nacimiento, pero paraguayo por adopción, por que así como Paraguay lo adoptó a él, él decidió adoptar al Paraguay, como nos recordaba en esta semana en la 730AM el religioso salesiano, quien vivió 18 años en el país y tomó la decisión de hacerse paraguayo.
Por eso decíamos a lo largo de esta semana, con mi compañero de programa Roberto Sosa, que no entendemos cuál es el motivo por el que el presidente Santiago Peña no pudo reacomodar su agenda de viaje para estar presente en una ceremonia tan global como cercana a nuestra historia y afectos.
Desde esa cercanía personal con el Papa que lo recibió en el Vaticano y que incluso tuvo una relación muy directa y cordial con su mentor político, el expresidente Cartes, bajo cuya presidencia llegó al país en julio de 2015 para dejar aquí gestos de afecto y cercanía con nuestro pueblo.
Es por eso que hasta ahora parece incomprensible la ausencia del presidente en la despedida de Francisco, tanto es así que hasta el siempre conservador en sus expresiones, arzobispo emérito de Asunción, Edmundo Valenzuela, calificó como una “figura pésima para el país” la ausencia del presidente e incluyó en su homilía un ruego para que éste asista a la despedida de Francisco en el Vaticano.
“Rezamos para que nuestro presidente de la República, por ahí se decide, entre tantos viajes, a ir a Roma, en medio de tantos otros presidentes, a ser presente y agradecer lo que significó el papa Francisco para Paraguay” instó Valenzuela durante la celebración, aunque de nada sirvió, ya que el religioso incluso reveló que le escribió directamente al teléfono al presidente para tener algún tipo de respuesta, y solo obtuvo el silencio hasta ahora.
El presidente intentó justificarlo públicamente, alegando que es “católico apostólico romano”, pero que tenía compromisos contraídos con anterioridad que son inmodificables, con los integrantes de una ONG judía y grupos empresariales en Estados Unidos.
A la ceremonia de despedida de Francisco asistieron unos 50 jefes de estado, y la participación paraguaya estuvo a cargo del presidente de Diputados, el cuarto funcionario en la línea de sucesión, quien a propósito también se acopla a la comitiva de viaje del presidente Peña en Estados Unidos.
Quizás el tiempo, y algunas hechos que se hagan públicos, terminarán revelando las razones del por qué de este desaire presidencial, a alguien que en vida exhibió todo su afecto y aprecio hacia el pueblo paraguayo.
guille@abc.com.py