Ciudad del Este es hoy cívica y políticamente primer mundo en Paraguay, lejos del atrasado país que aún es el resto, dominado por un obsoleto partido hegemónico, que decide la suerte de una nación por prebendas y migajas de la poderosa corrupción, con las que convierten a los ciudadanos en clientes y a la soberanía popular en mercancía barata, puesta en oferta en manos de cualquier cacique de barrio.
Para votar bien, el ciudadano paraguayo necesita confianza de que su voto tendrá el valor al que ha asignado su soberana decisión. Este requisito se dio con la unidad de la oposición en torno a un solo candidato capaz de ganar. Sin divisiones traicioneras ni oposiciones fingidas. Esto también parece cursi, pero la ciudadanía necesita ver y estar segura de que puede apostar a un retador decidido a enfrentar a un gigante. Necesita ver que se dan las condiciones para dejar de hacer lo de siempre: apostar al que gana siempre.
Pero la unidad de la oposición no es suficiente si no hay un “respeto” a la figura que resulte “imparable” en la tendencia popular. Esto es fundamental para ganar a un poder hegemónico, cuya táctica frecuente es dividir a la oposición, creando y hasta financiando a un frente cuyo único fin es debilitar los votos del probable ganador.
Se dieron las condiciones y la ciudadanía votó bien
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La oposición entendió, por fin, que hay un hartazgo real a las opciones, propuestas y ofertas de siempre, entonces cedió su tradición y sus famosos bolsones de votos duros, y puso a disposición sus cuadros, su maquinaria electoral, para controlar y garantizar el voto ciudadano.
Miguel Prieto entendió la jugada del poder establecido, que busca sacarlo de la cancha para las elecciones generales de 2028. Transfirió sus votos a otra persona y de esa manera logró aplastar al temido gigante. Ahora el camino al 2028 para la oposición está claro, pero muy trillado aún, justamente por la situación de Prieto de que puede ser inhabilitado como candidato presidencial.
Todo dependerá de que la oposición se mantenga unida, de que continúe trabajando en la misma dirección que lo hizo Ciudad del Este, en el sentido de cuidar y garantizar el voto ciudadano. El resto podemos dejar con toda tranquilidad en manos de una ciudadanía, que espera hace 36 años su oportunidad de votar bien, por fin.