Transformar la emergente máquina generadora de títulos en una verdadera comunidad académica y científica es lo que propone el Dr. Gustavo Setrini (Ph.D. en Economía Política del Desarrollo por el Massachusetts Institute of Technology) en este artículo que defiende un cambio radical de reglas.
El conocimiento es el bien más importante y decisivo para la prosperidad que puede poseer un país en la actualidad. Más valioso que el petróleo, que las minas de oro, que las represas hidroeléctricas, que las grandes plantaciones de soja o que cualquier otro recurso natural.
Si el “conocimiento se aprende”, como afirma la diputada María Carísimo, significa que ella colocó en un cargo elevado a su nieta Zaida Rojas Domínguez (directora de la Comisión de Asuntos Migratorios de Diputados) a sabiendas de que no sabe nada de lo que ahí debe hacer, a pesar de ser licenciada con posgrado en “ma’érã”. El presidente de la cámara, Pedro Alliana también lo sabe, pero igual la nombró por otra cuestión que él y la diputada saben.
Cada vez más, la valoración de la labor de un científico depende del número de artículos que publica y del número de veces que lo citan, y la del conocimiento científico, de su capacidad de generar innovación tecnológica; la popularidad de la ciencia crece a la par de la burocratización de los criterios con los que se la evalúa.
No es lo mismo que escribas en un papel y lo guardes en un cajón a que redactes y tengas la posibilidad de que tu creación viaje por el mundo a través de internet. Con tantas plataformas gratuitas, es hora de que te animes a crear un blog propio y empieces a darle share a tus conocimientos, dejando fluir así toda la creatividad.
El objetivo de una investigación académica, casi siempre, suele ser la búsqueda del conocimiento, generalmente nuevo. Desde que los presocráticos intentaron explicar el mundo circundante de manera racional hace dos milenios y medio, la ciencia y la filosofía han ganado espacio y protagonismo a través de persecuciones, ostracismo y sometimiento. En Paraguay, como no hay tradición científica, la investigación se ha hecho de manera quijotesca, pero no por ello menos rigurosa. Los científicos locales o extranjeros que se instalaron en el país realizaron grandes esfuerzos por las diversas ciencias desde la colonia. Muchos pioneros en sus áreas lograron interesantes descubrimientos o aportes a diferentes parcelas de las ciencias.